Por culpa de un permiso en Bogotá, las obras con las que se busca ampliar la capacidad de la terminal del aeropuerto internacional José María Córdova están varadas.
En una situación que ya levantó las primeras voces de protesta entre líderes del gremio de la infraestructura, el operador privado de ese aeropuerto está con las manos atadas para aliviar la congestión que viene experimentando ese terminal, que pese a ser diseñado con una capacidad de 11 millones de viajeros al año, ya está sobreocupado con al menos 13,8 millones.
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La raíz de la controversia radica en que, sin importar que ya estén listos los diseños y el propio operador ya tenga disponibles más de $120.000 millones para que arranque la ampliación, los trabajos están en el limbo ante la falta de claridades desde entidades como la Aerocivil y el Ministerio de Transporte.
“Hay disponibles más de $100.000 millones por parte del concesionario para hacer unas obras de emergencia que se requieren y que no han podido arrancar por negligencia de la Aeronáutica Civil. Yo quiero hacer un llamado al director de esa entidad para que dé la autorización”, expresó el director en Antioquia de la Cámara Colombiana de la Infraestructura, José Fernando Villegas.
No cabe un viajero más
Las congestiones de viajeros en el aeropuerto José María Córdova se asocian a un reciente auge de pasajeros.
Aunque antes de la pandemia el número de viajeros venía creciendo de forma sostenida, alcanzando los 9,4 millones en 2019, a partir de 2022 el terminal rompió todas sus proyecciones y por primera vez se quedó corto ante dicho incremento.
Con una capacidad de 11 millones de viajeros anuales, en 2022 esa cifra se ubicó en 13,5 millones, luego subió a 12,2 millones en 2023 y luego a 13,7 millones al cierre del año pasado.
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En medio de esa presión, el operador del aeropuerto comenzó a pedir pista a las autoridades nacionales para que se ampliara la capacidad.
Sara Ramírez Restrepo, gerente de Airplan, explica que la primera propuesta que se le entregó al Gobierno Nacional fue construir una nueva terminal, idea que fue descartada por cuenta del plan maestro que viene formulándose y en el que también se contemplan los diseños de una segunda pista.
“Al principio sugerimos que se hiciera una nueva terminal y nos dijeron que no, que había que hacer el plan maestro antes. Nos propusieron que mientras se hacía el plan maestro nosotros hiciéramos unas intervenciones en el mismo edificio que optimizaran la capacidad”, explica la gerente.
Dichos planes comenzaron entonces a andar a finales de 2022. En 2023 el concesionario entregó el planteamiento de dichas obras de ampliación. Tras ser devuelto con solicitud de más información, en 2024 Airplan volvió a entregar la propuesta, sin que hasta ahora tenga respuesta alguna.
Así es la propuesta
Para ilustrar la naturaleza de la intervención que está pendiente, Ramírez explica que todo aeropuerto debe entenderse en función de tres componentes principales: la pista, la plataforma y el edificio de la terminal.
“Hoy en día la pista no tiene saturación en la capacidad. Hoy tenemos problemas con la plataforma y con el edificio terminal”, advierte la gerente.
Bajo esa óptica, la propuesta de Airplan contempló inicialmente ampliar la plataforma como medida de mayor urgencia, permitiendo que allí haya nuevas seis posiciones de parqueo para los aviones.
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Esa intervención incluiría a su vez una serie de adecuaciones en la terminal, que contemplan la habilitación de 24 nuevos counters (que pasarían de 56 a 80), dos filtros adicionales en el ingreso al muelle nacional y la construcción de seis puertas de embarque, cada una con capacidad de hacer atenciones simultáneas con el apoyo de buses.
De igual forma, en la zona internacional, se contempla la construcción de dos filtros de ingreso adicionales, y mejoras en la zona de emigración e inmigración, con la adquisición de nuevos equipos que permitan automatizar los procesos.
En resumidas cuentas, explica Ramírez, este paquete de adecuaciones le permitirán al aeropuerto tener capacidad de mover a 17,5 millones de viajeros anuales, ganando de paso oxígeno mientras el Gobierno Nacional termina el plan maestro para el aeropuerto y pone en firme cómo implementarlo.
En plata blanca, estas obras, incluyendo todos los equipos nuevos, tendrán un valor de $166.538 millones, de los cuales $121.227 millones serían de Airplan y $45.311 millones de la Aerocivil, esto en pesos constantes de 2024.
Bajo esos cálculos, Airplan estima que los trabajos estarían listos en un plazo de un año y que en poco más de cuatro meses recuperaría la inversión.
Sin respuesta de Bogotá
Aquí es donde comienza el calvario, ya que pese a que los más recientes diseños fueron entregados a finales del año pasado, y solo están pendientes de la respuesta de Bogotá para arrancar, esta es la hora que no hay permiso alguno.
Según ha trascendido, aunque a finales del año pasado ya estaba todo listo para que se firmara un otrosí al contrato de concesión, desde la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) se le puso freno al proceso.
Desde esta última entidad, funcionarios habrían señalado haber recibido desde la Aerocivil una instrucción en la que esta se oponía a que a través del contrato de concesión se hicieran esas nuevas inversiones, argumentando que el contrato no se podría modificar.
Posteriormente, esta situación terminó en el Viceministerio de Infraestructura, adscrito al Ministerio de Transporte, en donde el rumor sería que no firmar el otrosí ya sería una decisión tomada.
Entre otros conocedores de esos procesos, al parecer todo se trataría de un asunto de recelo desde el Gobierno Nacional a la realización de dicha inversión, prefiriendo que la misma, en caso de hacerse, esté bajo su control y no de privados.
Para conocer su versión, EL COLOMBIANO consultó con la Aerocivil, desde donde señalaron no tener previsto pronunciarse sobre esa controversia pública.