En diciembre pasado, José Joaquín Urbano Martínez hizo lo impensable: tomó posesión como nuevo magistrado de la Corte Suprema de Justicia ante el presidente de esa corporación y no ante el presidente de la República, como había sido tradición durante décadas en Colombia. Su decisión, amparada en la Constitución, rompió con el protocolo histórico y abrió la puerta para que otros siguieran su ejemplo, como de hecho ya está ocurriendo.
Después de él vinieron más. Entre ellos, el abogado Víctor Julio Usme Perea, quien este jueves recibió sus credenciales como nuevo magistrado de la Corte Suprema ante el presidente de la corporación, Octavio Tejeiro, en un acto al que, según trascendió, no fue invitado el presidente Gustavo Petro.
Usme Perea, abogado egresado de la Universidad Santo Tomás, fue nombrado por la Sala Plena como nuevo magistrado de la Sala de Casación Laboral. Tiene especializaciones en Derecho del Trabajo, Seguridad Social y Docencia Universitaria. Su trayectoria está marcada por más de dos décadas de experiencia en esa misma Sala, donde se desempeñó como magistrado auxiliar.
Una vez elegido, envió una comunicación al presidente de la Corte en la que informó que se acogería al derecho, recientemente reafirmado por la Corte Constitucional, que permite a los magistrados elegir si desean posesionarse ante el presidente de la República o ante la alta corporación que integrarán.
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Antes de Usme, también optaron por esta vía los consejeros de Estado Juan Camilo Morales, Adriana Polidura y Luis Antonio Rodríguez, quienes se posesionaron ante el Consejo de Estado. En ese caso, el presidente Gustavo Petro sí asistió a la ceremonia.
Este cambio, más que una simple modificación de protocolo, refleja una reacomodación del poder judicial frente al Ejecutivo. Aunque la Constitución nunca obligó a que los magistrados se posesionaran ante el presidente de la República, la tradición creó una práctica que sugería subordinación simbólica.
La ruptura de ese gesto ceremonial subraya la autonomía del poder judicial, en un contexto donde la independencia de las altas cortes adquiere un valor cada vez más decisivo frente a un Ejecutivo con discursos que han tensado las relaciones institucionales. Más que un detalle protocolario, esta decisión encarna un mensaje: la justicia no solo es un poder separado, sino que está dispuesta a ejercer plenamente su independencia.
“Les invito a mantener viva la reflexión sobre la importancia de mantener siempre, la independencia”, dijo el presidente de la Corte Suprema.