Adriana Vargas Uribe lleva más de diez años esperando que la justicia actúe. Fue en 2019 cuando denunció por violencia intrafamiliar a su exesposo, el cirujano plástico Luis Fernando Reyes Meza. Solo hasta este miércoles, 9 de abril, se conocerá el sentido del fallo en este largo y accidentado proceso judicial.
Según la denuncia, Vargas fue víctima de múltiples formas de violencia por parte de Reyes Meza, un reconocido médico que ejerce en Bogotá, Bucaramanga, Ibagué y otras ciudades del país.
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La víctima relata que durante los años de convivencia sufrió agresiones físicas, psicológicas y sexuales, algunas de ellas incluso en presencia de sus hijos.
Uno de los elementos más contundentes del caso es un video captado por una cámara de seguridad instalada en la habitación de la pareja, en el que se observa a Reyes agrediendo a su entonces esposa. Este material fue aportado a la Fiscalía como parte de las pruebas recaudadas.
Con base en estas evidencias, la Fiscalía imputó a Reyes Meza el delito de violencia intrafamiliar agravada.
“El maltrato físico, verbal y psicológico contra Adriana Vargas, cometido en presencia de su hija mientras formaban un hogar, constituye el delito de violencia intrafamiliar agravada, previsto en el artículo 229, inciso segundo, del Código Penal”, señala el escrito de acusación, en el que se afirma que la Fiscalía se comprometió a demostrar la responsabilidad del acusado más allá de toda duda razonable.
Sin embargo, la defensa de Vargas ha cuestionado duramente el actuar de la Fiscalía, señalando falta de diligencia en la recolección de pruebas clave para el caso.
“La Fiscalía actuó sin interés, dejó de solicitar pruebas contundentes y omitió otros episodios de violencia. Aun así, quedó demostrado que Luis Fernando Reyes maltrató física y psicológicamente a Adriana. El testimonio de su hija menor, por sí solo, basta para una condena”, afirmó César Augusto Vargas, abogado de la víctima.
La historia entre Reyes y Adriana comenzó en 2010 en Estados Unidos, donde se conocieron a través de un amigo en común. El médico le propuso matrimonio y, pocos meses después, regresaron juntos a Colombia.
Fruto de esta unión nació una niña. Adriana ya era madre de otro hijo de una relación anterior. Según su testimonio, una vez en Colombia, su esposo se volvió controlador, posesivo y violento. Instaló cámaras de seguridad en toda la casa y fue justamente una de esas cámaras la que registró una de las agresiones.
Adriana solo se atrevió a acudir a las autoridades en 2016, luego de años de presuntas intimidaciones y amenazas que la disuadieron de actuar por temor a afectar la reputación de su agresor.
La pareja se divorció. Reyes volvió a casarse y hoy tiene dos hijos menores. En sus redes sociales ya no hay rastro de su anterior vida con Adriana.
Este miércoles, un juez de Bucaramanga definirá si emite un fallo condenatorio o si decide absolver al médico. La expectativa crece en torno a un caso que, para la víctima, representa más de una década de espera y revictimización.