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A los 92 años, Manzur sigue buscando su mejor obra

La Galería Duque Arango abre hoy una exposición con las pinturas que pertenecen a colecciones privadas, junto con su trabajo más reciente.

  • La muestra le ha permitido reencontrarse con obras que hace años salieron de su taller y tomar impulso. FOTO Jaime Pérez
    La muestra le ha permitido reencontrarse con obras que hace años salieron de su taller y tomar impulso. FOTO Jaime Pérez
14 de julio de 2022
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David Manzur sigue pintando todos los días seis horas diarias. Desde el principio de su carrera está en la búsqueda de poder plasmar las imágenes que tiene en la cabeza, pero nunca las alcanza, por eso no ve cercano el retiro. A los 92 años sigue activo, según él, por hacer una hora de ejercicio diaria y haberse mantenido lejos de las drogas, un mensaje que le parece importante compartir.

Tampoco le afana no haber alcanzado, hasta ahora, el objetivo de llevar a la realidad la perfección de sus ideas, pues planea vivir, por lo menos, treinta años más.

En la exposición de la galería Duque Arango, David Manzur. Tiempo, espacio y memoria, que se inaugura hoy a las 7:00 p.m., se pueden ver varios de esos intentos, de distintas épocas de su vida. Hay obras de la serie ciudades oxidadas, naturalezas muertas, caballos y figuras femeninas, sus temas más recurrentes, que incluso aparecen en pinturas firmadas en 2022, también en exhibición.

Son temas y formas que, dice el maestro, vienen del arte flamenco del siglo XV y el arte español del siglo XVII, que siempre lo ha inspirado.

La curadora de la muestra, Bélgica Rodríguez, explica que Manzur tiene una formación clásica verdaderamente sólida, no solo sabe de arte, sino que tiene una experiencia vital que marca su creación. Vivió 17 años en la Guinea Ecuatorial española, estudió en la escuela de arte Claret de Las Palmas (Canarias) y luego, en Bogotá y Nueva York.

Bélgica cuenta que tuvo la experiencia de la Guerra Civil Española y que cualquier tema que le interesa lo estudia a fondo, ya sea la perspectiva pictórica o la ciencia detrás de los libros de Julio Verne.

El impulso de los días

A pesar de tener en su hoja de vida múltiples exposiciones, becas y premios mundiales, Manzur no es ajeno a la crítica. “Toda crítica es bienvenida, por ejemplo, hay gente que no responde y la culpa no es de la gente, es de uno. Picasso lo decía. Es imposible entrar en la mente conceptual de todas las posturas culturales que tiene la gente en diferentes estatus. Algunos dicen ‘no entiendo’, que me alegra, otros dicen ‘no me gusta’, esa es definitiva; pero nunca me enojo, la respuesta es ‘tienes toda la razón, voy a tratar de mejorar’. En el fondo, es lo que siempre me digo, por eso sigo trabajando, porque todavía no siento que lo estoy haciendo bien”.

Hacer parte de diferentes colecciones es una forma de crítica, y la muestra en la Duque Arango, de tantas piezas en manos privadas, es una señal de su reconocimiento y el valor de su trabajo en las esferas del arte latinoamericano.

Bélgica resalta que parte de su valor reside en la originalidad de su estilo, que construyó apropiándose de los recursos clásicos como el escorzo y la precisión en las formas, que hacen ver la tensión en los músculos. “Al estar dentro de esta tradición, ha sido un dibujante maravilloso y por eso es un extraordinario pintor, porque tanto para el arte escultórico y el pictórico hay que saber dibujar”.

A pesar de tener tantos puntos de encuentro con los maestros del siglo XX, sigue siendo difícil establecer un estilo o definir el “arte colombiano”. Lo mismo sucede con los contemporáneos, que para el maestro, en el panorama global no pueden limitarse según su procedencia, sino por su calidad.

Medellín, una plaza

Manzur recuerda con especial cariño sus momentos en la ciudad, pues fue aquí donde hizo su segunda exposición individual, la primera fue en Bogotá. Además ha sido importante la recepción de su obra, la mayoría de las piezas en la exhibición de la Duque Arango pertenecen a coleccionistas de Medellín, lo que deja ver la madurez del mercado local y las posibilidades que presenta.

Aunque el maestro resalta el trabajo de las galerías del país, está seguro de que el mejor lugar del territorio para montar una exposición es el Museo de Arte del Tolima, en Ibagué. “Ese museo tiene los espacios perfectos para todas las formas y tamaños de escultura y pintura, y la manera de iluminar con perfección absoluta, lo que se debe en parte a la gestión del artista Darío Ortiz”.

A pesar de contar con buena recepción en Bogotá, es importante el reconocimiento que el maestro (nacido en Neira, Caldas) hace a los movimientos del arte regional. Desde hace años su taller está ubicado en Barichara, Santander, donde ha encontrado nuevas inspiraciones y formas de trabajo, que lo han llevado por otros caminos sin alejarlo de su esencia

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