Durante la prueba de sonido de su concierto del 25 de julio en Apartadó, Tostao –Carlos Yahanny Valencia Ortiz– le enseñó algunos pasos a un grupo de niños que asistió a los eventos culturales de Vibra Urabá, el festival que Comfama organizó en esta subregión de Antioquia. Y no solo eso: también dejó que se subieran al escenario para cantar fragmentos de canciones –un niño cantó un pedazo largo de Lamento boliviano, el himno de los Enanitos Verdes–.
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“Una razón por la que a mí me gusta hacer estas cosas es porque como lo mencioné ahí, a mí me cambió la vida un día viendo un grupo haciendo música. La charanguita se llamaba el grupo. Entonces yo dije: ‘Pucha, yo quiero hacer eso’. Pero era un grupo de pelados”, dijo el cantante cuando EL COLOMBIANO le preguntó por la apertura del escenario a los niños. Esta actitud se entiende a la luz de la cercanía que existe entre la música de Tostao con las vivencias de la gente de las regiones colombianas, en especial con aquellas con raíces afro.
El artista señaló que sus canciones son un reflejo de los territorios y de la vida de la gente. “Mi música habla de los territorios, de la vida de la gente y es la radiografía de esa banda sonora. Aunque no necesariamente a mí me guste decir eso hablado, me gusta decirlo cantado”. Explicó que cantar permite transmitir un mensaje de manera más efectiva: “Hay algo que aprendí de tanto cantar en vivo, es que cuando estoy hablando hay cierta atención de la gente. Pero cuando estoy cantando es como que tengo la atención más la emocionalidad. Así el mensaje llega más fácil”.
Sobre cantar en los territorios que inspiran su obra, afirmó que no es algo tan frecuente como podría pensarse: “Paradójicamente, nosotros que cantamos música de territorio y ahora lo que lo hago como solista, se viene poco a estos lugares, a la región. Uno va a festivales en Bogotá, Medellín, Pereira, pero casi no a las regiones, por todo el andamiaje de traer un tipo de sonido, no es tan común. Pero cuando hay la oportunidad, yo me quedo ahí en la prueba de sonido, el tiempo que dure, porque me parece importante”.
Respecto a su etapa de solista, indicó que la considera un proyecto colectivo: “Yo siempre le llamé a mi proyecto un proyecto de solista, pero no en solitario. Porque siempre estoy andando con artistas de los que soy fan y que deberían tener mucha más visibilidad. Por ejemplo, para acá (Apartadó) vine con Lafer y con Luis Eduardo Acústico. El otro día fui a un evento en Estados Unidos y me fui con Los Dioses del Ritmo. En agosto voy a la Feria de las Flores y quiero llevar a Robbie Vida. Eso lo vi mucho en los raperos gringos, que siempre andan con el colegaje. Con casi todos tengo canción, pero la razón por la que los invito y quiero que siempre andemos juntos es para mover la energía”.
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El músico también explicó el origen y la filosofía de Exótico pal mundo, su más reciente trabajo discográfico, en el que evitó colaboraciones con figuras reconocidas para trabajar con jóvenes exponentes del ritmo exótico. Relató que la producción se realizó en Medellín, Miami y Guatapé, y que trabajar con jóvenes talentos le permitió confirmar su hipótesis de que la autenticidad y la energía pueden trascender las barreras culturales: “Llevamos a esos chamacos a South by Southwest en Austin, Texas. Nada de inglés. Salieron a cantar y todos los gringos encantados. Mi hipótesis se comprobó inmediatamente. Es eso: no están interesados en la música, sino en lo que pueda generar. Pero yo sí me enfoco en lo que la música pueda producir en emociones”.