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Así se vivió la primera noche del Festival Cordillera 2025: entre leyendas latinas, un anuncio de Carlos Vives y una apuesta verde histórica

El Festival Cordillera 2025 abrió su cuarta edición este sábado 13 de septiembre en el Parque Simón Bolívar con una jornada que reunió a íconos de la música latinoamericana y un público multitudinario

  • Miles de asistentes disfrutaron de la apertura del Festival Cordillera 2025 en el Parque Simón Bolívar, donde la música y la sostenibilidad fueron protagonistas. @CordilleraFest
    Miles de asistentes disfrutaron de la apertura del Festival Cordillera 2025 en el Parque Simón Bolívar, donde la música y la sostenibilidad fueron protagonistas. @CordilleraFest
hace 3 horas
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El Parque Simón Bolívar volvió a vibrar anoche: miles de voces corearon bajo el cielo bogotano los himnos de Miguel Bosé, Rubén Blades y Carlos Vives en la apertura del Festival Cordillera 2025, un encuentro que celebró su cuarta edición con una primera jornada que no solo apostó por la fuerza de la música latinoamericana, sino también por un modelo de sostenibilidad que busca convertirse en referente para eventos masivos en Colombia.

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Desde las primeras horas de la tarde, los asistentes comenzaron a llenar los cinco escenarios que trazaron un recorrido sonoro por el continente. Lucio Feuillet inauguró la jornada con un repertorio cargado de sonidos del Caribe y los Andes, seguido por Gipsy Kings por André Reyes, quienes encendieron la fiesta con su flamenco universal. La tarde avanzó entre la voz intimista de Silvana Estrada y la energía rockera de La Beriso, antes de que Miguel Bosé atrapara la atención con un espectáculo cargado de nostalgia y dramatismo.

El punto más alto llegó entrada la noche, cuando Rubén Blades apareció junto a Roberto Delgado Orquesta para entregar un repaso de su carrera. Los coros de Amor y control y Pedro Navaja retumbaron con fuerza, seguidos por el romanticismo de UB40 feat. Ali Campbell y la potencia de Orishas, encargados de tender un puente directo con las raíces afrolatinas.

Igualmente hubo lugar para el fenómeno urbano de Paulo Londra y la energía festiva de La Mosca, que mantuvieron encendido al público antes del cierre. Cerca de la medianoche, Carlos Vives transformó el parque en una verbena caribeña, con vallenatos que hicieron cantar incluso a quienes venían de lejos. En medio de su presentación anunció que en 2026 realizará una gira internacional para conmemorar los 30 años de La tierra del olvido, uno de sus álbumes más icónicos.

Pero más allá de la música, la gran protagonista de la primera jornada fue la apuesta ambiental del festival. Bajo la campaña Nos Une el País Que Queremos, Coca-Cola debutó como aliado estratégico con una serie de activaciones que trasladaron el discurso de la sostenibilidad al corazón del evento. El Drop Coke Studio™, un espacio inmersivo para conciertos y experiencias, operó con energía proveniente de una granja solar compuesta por 48 paneles y una batería de almacenamiento.

A los latinoamericanos nos une la música y el compromiso de cuidar nuestro entorno y ser responsables con el medio ambiente para generar un impacto real”, explicó Juan Pablo Corredor, director senior de Asuntos Públicos y Comunicaciones de Coca-Cola para Colombia y Venezuela.

La compañía, de igual forma, dispuso un sistema de recambio: cada asistente que entregara una botella o lata vacía recibía a cambio un popsocket y una planta para sembrar en estructuras instaladas dentro del parque. El gesto, simple, pero simbólico, se convirtió en una invitación colectiva a devolverle a la tierra parte de lo que ofrece.

La Aldea Verde se consolidó como el corazón pedagógico del festival. Este espacio reunió a aliados como Coca-Cola, WWF, Parques Nacionales, la ANDI y el Parque Jaime Duque, entre otros, para mostrar iniciativas de reciclaje, energías renovables y conservación. Allí los asistentes pudieron participar en dinámicas como el recambio de envases, sembrar plantas y conocer de cerca la labor de los ecoguardianes vinculados a programas de inclusión social.

Asimismo, la organización detrás del festival desplegó un dispositivo de más de 700 personas entre recicladores, ecoguardianes, bicicargueros y motocargueros. “Podemos decir que queda residuo cero al relleno sanitario, porque no estamos enviando absolutamente nada a Doña Juana. Lo que normalmente iría a ese punto lo procesamos y lo transformamos en combustible derivado de residuos que reemplaza al carbón en hornos cementeros”, señaló María Catalina Orjuela Lozano, vocera de Páramo, la empresa productora y organizadora del Festival Cordillera.

La estrategia incluye compostaje de residuos orgánicos, transformación de aceites de restaurantes en biodiésel y reciclaje de maderas para fabricar aglomerados. Para esto, un ejército de 90 recicladores de oficio garantizó la clasificación minuciosa de materiales, mientras los ecoguardianes, en alianza con la Corporación Pazósfera, orientaban al público en los puntos de separación. Varias de estas personas eran mujeres pospenadas vinculadas al programa Libertad-es, que promueve oportunidades laborales para su reintegración social.

Ellos son los héroes sin capa, los que hacen la labor más difícil y, sin embargo, muchas veces invisible”, afirmó María Catalina, al destacar la importancia de reconocer el trabajo de quienes permiten que el festival funcione como un ecosistema sostenible.

El compromiso ambiental vino acompañado de un componente social. Coca-Cola garantizó hidratación y alimentación para los recicladores y ecoguardianes, mientras que el festival habilitó zonas de descanso para que los equipos pudieran recuperar energías durante las largas jornadas. El mensaje era claro: cuidar a quienes cuidan del planeta.

La sostenibilidad se extendió más allá del parque. El próximo 20 de septiembre, en el Parque Jaime Duque, se realizará una jornada de siembra como resultado directo de lo recolectado y sembrado en el Simón Bolívar en medio de la campaña de recambio.

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Al finalizar la noche, los asistentes vivieron la jornada como un doble viaje, el reencuentro con leyendas de la música que marcaron generaciones y la experiencia de un festival que llevó la sostenibilidad al centro de la escena; el balance fue claro: el Festival Cordillera 2025 dejó en evidencia que un evento masivo puede ser, al mismo tiempo, un laboratorio social y ambiental, capaz de inspirar nuevas formas de convivencia y gestión responsable en un país con grandes retos en residuos y energía, como lo es Colombia.

Por lo pronto, la música seguirá sonando este domingo en el Simón Bolívar.

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