La actual temporada de la Liga colombiana no solo ha sido escenario de goles, emociones y polémicas arbitrales, sino también de un fenómeno que ha llamado poderosamente la atención de analistas, árbitros, jugadores y aficionados: las expulsiones. Hasta el momento, se han mostrado 75 tarjetas rojas, un promedio de 4,1 expulsiones por fecha, cifra que la convierte en una de las campañas más indisciplinadas en la historia del fútbol profesional colombiano.
Este número supera ampliamente los registros de años anteriores y coloca al país en una incómoda posición a nivel regional. Según los últimos datos recopilados, Colombia es el tercer país de Sudamérica con el mayor promedio de expulsiones por partido, solo superado por Bolivia y Perú. Un contraste llamativo si se tiene en cuenta que las ligas más fuertes y competitivas del continente —Brasil y Argentina— presentan los promedios más bajos de tarjetas rojas, lo que plantea una pregunta obligada: ¿Qué está pasando en el fútbol colombiano?
La lupa de la tecnología y el descontrol emocional
La respuesta, aunque multifactorial, encuentra algunos puntos clave. Uno de ellos, coinciden los expertos, es la innegociable presencia de la tecnología. El VAR, las repeticiones en cámara lenta, las múltiples tomas desde distintos ángulos y el control exhaustivo de cada acción han hecho que los jugadores que antes lograban pasar desapercibidos con faltas o provocaciones, hoy sean descubiertos sin posibilidad de escape. “Antes, el jugador se salía con la suya porque el árbitro no podía percatarse de una acción; hoy, las cámaras lo ven todo”, explica un analista.
Sin embargo, la lupa tecnológica no es el único factor. El exárbitro y analista José Borda, una voz autorizada en la materia, apunta a la falta de autocontrol de los jugadores como una de las principales causas del alto número de expulsiones. “Hoy se ve que los futbolistas se salen fácilmente de casillas, reclaman con vehemencia, entran fuerte, y muchas veces, sin necesidad”, afirma Borda. También señala que los árbitros, presionados por el entorno o por la interpretación del VAR, se precipitan en algunas decisiones, mostrando tarjetas rojas en situaciones que, según su criterio, podrían haberse manejado con mayor criterio y diálogo.
Uno de los casos más representativos de esta situación se vivió en la más reciente jornada con Edwin Cardona, creativo de Atlético Nacional, quien recibió una tarjeta roja sin siquiera estar en el campo de juego. El mediocampista fue expulsado desde el banco de suplentes tras protagonizar un reclamo airado al cuerpo arbitral. Se trata nada menos que de la decimoctava expulsión en la carrera del talentoso pero polémico volante, una cifra que grafica su historial de indisciplina.
El hecho llamó la atención no solo por tratarse de una figura visible del torneo, sino porque revela la tensión creciente dentro de los banquillos. Las sanciones no distinguen entre jugadores titulares y suplentes, y los árbitros están cada vez más dispuestos a imponer orden desde cualquier rincón del terreno.
Una roja cada dos partidos: el preocupante promedio colombiano
El dato es demoledor: mientras en ligas como la de Uruguay, Chile, Venezuela o Argentina, se necesitan en promedio entre 6 y 8 partidos para que haya una expulsión, en Colombia cada dos partidos hay un jugador que ve la tarjeta roja. Esto ha generado una reflexión profunda en torno al estilo de juego, la formación de jugadores y el control de emociones dentro del fútbol nacional.
Y detrás de cada tarjeta roja, hay consecuencias no solo deportivas, sino también económicas. Las sanciones económicas por expulsión varían según la gravedad de la infracción y el número de fechas de suspensión. Si la sanción es de entre 2 y 4 fechas, la multa ronda los 13 a 20 salarios mínimos legales vigentes. En casos más severos —de 5 a 8 partidos de suspensión— la penalización puede ascender hasta 30 salarios mínimos, y si la expulsión acarrea la sanción máxima, el jugador podría verse obligado a pagar hasta 40 salarios mínimos, es decir, cerca de 520 millones de pesos colombianos. Lo más importante: el costo lo asume el jugador, no el club. Según estimaciones, hasta ahora se han pagado cerca de 2.250 millones de pesos en sanciones en lo que va del campeonato.
Nacional, el más sancionado
En cuanto a los clubes, Atlético Nacional lidera el listado de equipos con más tarjetas rojas, acumulando un total de 9 expulsiones. El equipo verdolaga, que se caracteriza por tener una plantilla experimentada y con nombres de peso, ha sido también el más afectado por la rigurosidad del reglamento. Lo sigue Once Caldas, con 6 expulsiones, mientras que el tercer puesto lo comparten Santa Fe, América de Cali, Deportivo Pereira y el Deportivo Independiente Medellín, todos con 5 sanciones.
La jornada más crítica fue la fecha 3 del todos contra todos, en la cual se registró un récord de 10 expulsados, un reflejo del clima caliente que se vive dentro de los campos y la baja tolerancia entre jugadores y árbitros.
Tres reincidentes y un espejo necesario
Otro dato que preocupa es la aparición de reincidentes. Tres jugadores han sido expulsados en más de una ocasión durante esta temporada: Juan José Arias (Atlético Nacional), Juan Pereira (Millonarios) y Deyson Copete (La Equidad). Los tres ya han visto dos rojas cada uno, lo que los convierte en protagonistas negativos del torneo.
La situación deja una lección importante para todos los actores del fútbol colombiano. Si bien la intensidad y el roce son parte del juego, la disciplina, el autocontrol y la formación emocional deben convertirse en ejes fundamentales para elevar el nivel competitivo de la liga. A mayor número de expulsiones, más desventajas deportivas, más sanciones económicas y más señales de alarma para el futuro del torneo.
La pelota sigue rodando, pero en Colombia, la tarjeta roja ha dejado de ser una excepción para convertirse en una constante. En un campeonato donde cada punto cuenta, la diferencia entre clasificar o quedar eliminado, entre pelear el título o caer al descenso, puede estar en saber controlar la cabeza... más que en saber pegarle al balón.