En las noches, en las tardes, en las mañanas, incluso desde la madrugada. A toda hora se ven, rodando por la ciudad, grupos de patinadores que ruedan por la ciudad. Siempre van alegres: escuchan música a todo volumen en sus parlantes y, en los terrenos planos, saltan, se detienen, convirtieron las cuatro ruedas en una rumba fit.
En Medellín hay varios “famosos”. Ánderson Zuluaga, por ejemplo, recorrió Suramérica en patines entre 2022 y 2023. Además, es uno de los que, un par de días a la semana, suben al Alto de Palmas, frente al Viva, para derrapar, bajar, a toda velocidad, hasta llegar de nuevo al puente de la Oriental cercano a San Diego.
Pero hay otros que recién hacen su camino. Entre ellos está Farley Stiven, un hombre moreno, cabello largo y barba espesa, que es conocido en las redes sociales como Larry_Patina, quien el sábado pasado llegó patinando a Coveñas, municipio costero de Sucre, desde la capital de Antioquia.
“Llegué, llegué. Muchachos, llegamos. Llegué vivo. Lo logré”, dijo con gran euforia el deportista en un video que compartió en sus redes sociales cuando cruzó el letrero que le daba la bienvenida a ese lugar.
La hazaña fue complicada. Los 547,4 kilómetros (pueden ser más, dependiendo de donde salga), que separan a Medellín de Coveñas son un reto. Por un lado debido a que el deportista tuvo que subir montañas complicadas como la llegada a El Alto de Ventanas, que incluso a los vehículos de carga, que tienen fuerza, les cuestan.
Además, tuvo que pasar por cambios extremos de clima: del sol templado de Medellín –que a nosotros nos parece infernal–, al frío paralizante de los altos y el Nordeste del departamento, hasta llegar al clima fuerte, complicado, húmedo, del Bajo Cauca y los municipios donde inicia la Costa Caribe Colombiana.
Todo quedó registrado en videos que el patinador publicó en sus redes sociales. De acuerdo con lo que se ve en su perfil de Instagram, el deportista se demoró siete días para completar su recorrido. Además, invirtió varios meses para prepararse. En ese tiempo salió a rodar con sus compañeros de patinaje, esos mismo que a cualquier hora del día se ven patinando, alegres, como enrumbados, por las calles de Medellín.
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