Más allá del cansancio, la preocupación y angustia que no desaparecen por más años que pasen y se vea el fruto del esfuerzo, Wilder Zapata sigue corriendo de un lado para otro a gran velocidad.
Ya no como atleta de élite, pero sí como entrenador, dirigente, consejero, sicólogo y hasta muchas veces como “papá” de varios de los jóvenes de Urabá que buscan en el deporte una luz para salir adelante. De su bolsillo ha puesto dinero para ayudar a que varios de ellos sigan firmes hacia sus metas. El sol le ha pegado fuerte, las pecas ya se le notan en su rostro y brazos, pero sigue firme.
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“Lideré muchas rifas de pollos asados con gaseosa litro y medio para que los muchachos lograran salir a competir en Medellín”.
Así se expresa, mientras luce su fina sonrisa, el licenciado en Educación Física, y uno de tantos héroes en silencio que tiene esta región en materia atlética, un apóstol de una pasión que no le permite detenerse, bajar los brazos, y que lo impulsan a seguir con pasos firmes para que otros impongan condiciones a nivel nacional e internacional.
Zapata es el hombre detrás del descubrimiento de la mejor atleta de todos los tiempos de Urabá: Caterine Ibargüen –cinco veces medallista mundial, dos de ellas de oro, y en dos oportunidades podio olímpico, oro y plata– . Pero también, como se conoce, este formador que nació en Apartadó, tuvo la oportunidad de ayudar a pulir a más de 150 campeones nacionales de esa zona del departamento de Antioquia, entre ellos Luis Fernando Caicedo, César Murillo, María Victoria Mosquera y Gloria Benítez.
“Se salía de Urabá pero no sabíamos a qué horas íbamos a llegar al sitio de competencia. Una vez nos demoramos casi un día viajando y llegamos directamente a la competencia y ganamos más de una prueba”.
Wilder dice con orgullo que halló a Caterine a los 12 años de edad y que la entregó a los 19 con ocho marcas nacionales y un récord a nivel internacional. “De ahí para allá la gente conoce el resto de lo que sucedió con ella”, comenta el estratega, quien se ingenió la manera de empezar a captar los talentos de la región yendo hacia ellos, escudriñando con la paciencia del minero, levantando y rompiendo rocas con la ilusión de encontrar oro.
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Y ese diamante lo observó en el colegio donde estudiaba. Se tomó la tarea, más allá del calor de la zona y de caminar en ese entonces largos trayectos por calles polvorientas, de empezar a hacer pruebas técnicas y físicas a los estudiantes de las diferentes instituciones educativas.
“El talento no llega al escenario deportivo, hay que irlo a buscar. La primera vez que vi a Caterine, ella estaba en cuarto o quinto de primaria. Y me llamó la atención porque le ganó no solo a las niñas sino a los hombres en una prueba de 60 metros planos, la cual normalmente hacemos para descubrir deportistas rápidos”, recuerda Wilder, al pronosticar que aquella niña de tez morena, inquieta y de dientes grandes iba a ser muy buena para el atletismo.
Resalta el trabajo generalizado que logró integrar junto a su familia y la institución educativa para que la deportista sobresaliera. “La disciplina de ella para entrenar, además de su talento, fue determinante, sumado a la unión de muchas fuerzas”.
¿Pero por qué Wilder se tomó la tarea de ir en busca de los talentos?
“Por soñar en grande, antes había desconocimiento, falta de confianza, quién se echara la carga al hombro, faltaba unión de voluntades. Que Urabá ganara una medalla olímpica se veía imposible”, dice Wilder, quien fue velocista y ahora es coordinador deportivo del Imder Apartadó.
“Es que si ahora hay carencias, necesidades, imagínese antes. Era una odisea mandar a un muchacho a concentrarse o competir en Medellín. Descubrirlo siempre ha sido una misión compleja, pero al menos ahora ya hay escuelas o clubes de formación, y eso que seguimos yendo a los colegios para seguirlos detectando”.
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Tampoco olvida este estadígrafo que cuando observaba por televisión a los diferentes atletas en Olímpicos, los veía como “semidioses”.
“Parecían inalcanzables. Pero cuando uno empieza a trabajar, a hacer procesos serios con los deportistas de la región, y que estos comienzan a hacer récord nacionales, a salir campeones suramericanos y a sobresalir en cuanto evento lograban asistir más allá de la falta de recursos, todo eso te va transformando”.
Este formador comenta que entendieron que todos esos hombres a los que veían lograr hazañas, eran a la vez de carne y hueso, y que también se les podía ganar.
Papá de David, futbolista y de 20 años, y de Saray, de 17 y voleibolista, aplaude que los padres de familia vieron que el deporte les podía cambiar la vida a sus hijos, y que con su apoyo y el de los colegios, la historia empezó a cambiar, sumado al respaldo de la empresa Banacol. También recuerda el papel que hicieron otros técnicos, entre ellos Luis María Mendoza, Jamer Ochoa Mesa, Víctor Zapata. “Son muchos, no me atrevo a nombrarlos porque se me olvida alguno y se pueden enojar”.
“Gracias a esa cruce de negro con blanco, con indio... esto se volvió una región cosmopolita. De hombres y mujeres con fuerza y rapidez, con mentalidad ganadora, con disciplina”.
Zapata comenta que ahora un futbolista, atleta, pesista, boxeador, voleibolista o cualquier referente de la región retorna a su lugar de origen y los ven con respeto pero a la vez con normalidad.
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“Es que son ídolos cercanos, y todos estos muchachos de ahora entendieron que, como ellos, también pueden llegar lejos si se lo proponen. Entonces se trataba era de trabajar y que nos apoyaran. Eso fue increíble, desafiamos al mundo del deporte, se botó el miedo y se tuvo la convicción de que sí podemos ser exitosos en los procesos que se emprendieran. Encontrar el apoyo continuo de los entes gubernamentales es el gran reto para que no se corten los procesos”.
El orientador recuerda que cada diciembre hace una integración llamada la natilla mundialista, a la que acuden deportistas de la región que han dejado huella como Caterine, Digna Luz Murillo, Amaranto Perea, Ubaldina Valoyes, Dayron Márquez, Arley Ibargüen, Mauricio Ortega, entre otros.
Por lo pronto, mientras las fuerzas lo sigan acompañando, como expresa, Wilder seguirá siendo instrumento para que más deportistas de Urabá continúen dándole alegrías a Colombia en el ámbito mundial. Ya ayudó a abrir camino, y espera que otros como él continúen con esa misión.
