Una infección que asusta, pero no es letal
La fibromatosis es causada por un virus llamado leporipoxvirus, que se propaga entre ardillas a través del contacto con saliva infectada, heridas abiertas o insectos como mosquitos y pulgas. Aunque los síntomas son visualmente impactantes, se trata de una enfermedad de la piel que no compromete el cerebro ni los órganos vitales del animal.
Tanto así que en la mayoría de los casos, los tumores desaparecen por sí solos en cuestión de semanas o meses. Ahora bien, el verdadero peligro aparece cuando las protuberancias obstruyen los ojos o la boca, lo que sí puede llevar a la muerte por inanición o infección secundaria.
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Autoridades de vida silvestre en estados como Nebraska y Maine han sido enfáticas en señalar que ni los humanos ni las mascotas domésticas corren riesgo de contagio. Incluso en las ardillas rojas del Reino Unido —más sensibles a una variante conocida como viruela de las ardillas— el impacto se limita exclusivamente a la fauna silvestre. “Ni la fibromatosis ni la viruela de las ardillas se consideran transmisibles a los humanos”, explicó Shevenell Webb, del Departamento de Pesca y Vida Silvestre de Maine a The Independent.
Cuando la buena intención complica las cosas
Más allá del virus, lo que preocupa a los expertos es cómo se ha favorecido su propagación. Y aquí entra en juego el factor humano. Las prácticas comunes como dejar comida en comederos para aves o alimentar directamente a las ardillas están generando puntos de contacto que facilitan el contagio. Si una ardilla infectada deja saliva en uno de estos espacios, otras que se alimenten allí quedan expuestas. A esto se suma el papel de los mosquitos, que encuentran en el agua estancada el hábitat perfecto para reproducirse y actuar como vectores del virus.
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Así que lo que parece un gesto amable —dar alimento a los animales que habitan en nuestros barrios— puede terminar por romper los equilibrios naturales. “Queremos acercarnos a la fauna silvestre, pero muchas veces lo hacemos sin entender las consecuencias”, alertó Webb. El resultado es una aceleración en la transmisión de enfermedades, además de efectos negativos en la salud de especies urbanas que ya enfrentan múltiples presiones.