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Álvaro Uribe Resiste

27 de mayo de 2025
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  • Álvaro Uribe Resiste

Por Alejandro de Bedout Arango - opinion@elcolombiano.com.co

No soy uribista. Nunca he hablado personalmente con Álvaro Uribe ni he militado en su partido. Pero sería injusto no reconocer, como ciudadano del común, que crecí en un país donde el miedo se respiraba en cada esquina, donde los secuestros eran noticia diaria y las carreteras eran territorios prohibidos. Crecí viendo cómo un país devorado por la violencia, la guerrilla y el narcotráfico recuperó el control bajo el liderazgo de un hombre que, con sus aciertos y errores, marcó para siempre una época y a muchas generaciones.

Hoy, ese hombre está dando una batalla jurídica ante acusaciones que parecen más una venganza de sus enemigos políticos que hechos reales. Mientras el país lo observa entre el morbo y la indiferencia, Uribe sigue resistiendo. Sin fuero, sin cargo público, sin coraza. Atado a un proceso que parece interminable, respondiendo por cargos que aún no han sido probados.

Lo impresionante es que, mientras lo intentan acorralar y desgastar, él sigue caminando con la frente en alto. Al otro día de una audiencia lo vemos recorriendo veredas, escuchando a campesinos, gestionando ayudas. Verlo sentado en un estrado, desmenuzando su vida al detalle, y luego, con vigor y fuerza, visitando barrios, consolando a familias devastadas por la ola invernal o la violencia, es sinónimo de que Uribe no se amilana ni se achanta.

¿Es eso un acto de redención? ¿Un intento de seguir vigente? ¿O simplemente es la única manera que conoce de estar en contacto con la gente? La verdadera sentencia de vida no la dictará un juez, sino ese campesino que lo recibe después de perderlo todo, esa madre que le pide ayuda para recuperar a su hijo reclutado por la guerrilla, ese empresario que le agradece y lo mira a los ojos.

Uribe resiste. En los estrados, defiende su nombre y su honra. En el territorio, sigue haciendo política, planteando ideas y propuestas para sacar al país adelante. Aunque la justicia lo persiga, Uribe sigue caminando. Se le ve en barrios donde el Estado no aparece, donde los discursos progresistas y de cambio no llegan, donde la pobreza que Petro solo usa para tomarse la foto es tan cruda como la realidad. Por esto es que Uribe les incomoda: les recuerda que hubo un tiempo mejor cuando él estaba al frente.

Y eso duele. Les duele que Uribe, sin cargo y sin fuero, siga siendo más presidente que el que hoy ocupa la Casa de Nariño.

¿Por qué lo siguen llamando “presidente”?

Porque hay hombres que no necesitan un cargo para ser eternos. Porque cuando Colombia se caía a pedazos, cuando el miedo era ley y la esperanza un recuerdo borroso, él apareció.

Lo paran en la calle porque saben que no se les está acercando un político, sino un hombre que dio la vida —entera— por este país.

Porque nunca se creyó más, pero hizo más que todos. Pudiendo alejarse de este mundo mezquino de la política, decidió seguir en pie. Y lo hizo no por él, sino por nosotros; por los que aún creemos que este país sí vale la pena.

Por eso lo miran con lágrimas en los ojos y le dicen “gracias, presidente”.

Porque él no solo gobernó: devolvió la esperanza y la tranquilidad. Y eso, en un país como este, es algo que nunca se olvida.

Álvaro Uribe podría estar hoy en su finca, rodeado de sus nietos, cuidando sus caballos y disfrutando de una vida tranquila, lejos del ruido y la tormenta. Pero su amor por Colombia es más grande que cualquier comodidad, más fuerte que cualquier descanso. Uribe no para, no retrocede. Resiste y avanza. No porque lo necesite, sino porque siente que su responsabilidad con el país no se paga con discursos ni con retiradas elegantes. Se paga con presencia, con trabajo, con acción y con propuestas. Porque su compromiso con Colombia es más grande que sus propios años.

Al final del día, su verdadera herencia no serán sus tierras ni sus caballos, sino el legado de un hombre que, sin cargo ni espada de Bolívar, sigue defendiendo a su patria con el mismo fervor del primer día.

Por Colombia ¡Resista, Uribe, resista!

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