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Este es un resumen somero de la importancia del involucramiento de los padres en el estudio de sus hijos y de los esfuerzos que los colegios deben hacer para fortalecer este vínculo.
Por Carlos Enrique Cavelier - opinion@elcolombiano.com.co
Para muchos de nosotros nuestros padres fueron el mayor soporte para la educación de alta calidad que recibimos. Una mamá apoyando en las tareas, un papá con el reojo en las notas, en la conversación con los profesores, asistiendo a los grados lo determinaron. El vínculo afectivo juega un rol preponderante.
Pero no siempre es así; en la mayoría de las familias donde los padres trabajan tiempos completos para sobrevivir, la atención sobre la actividad de los niños es precaria o en muchos casos distante. Las dificultades en la educación en general empiezan cuando los padres dejan en febrero a los niños en el colegio ‘y actitudinalmente los recogen en noviembre’. Igual de importante es la compañía de los progenitores en actividades escolares, ni se diga durante las comidas en casa donde haya diálogo; o la lectura luego de cuentos infantiles.
En el programa PROMCE, establecido por el Gobernador de Cundinamarca Jorge Rey en 200 colegios de 93 municipios de Cundinamarca -para mejorar la calidad de la educación pública-, la participación de las familias fortalece de manera crítica la relación niño-familia-educación; forja una capacidad en las instituciones educativas para que se establezcan y se sostengan espacios de participación para los padres, fomentando su vinculación con las actividades escolares.
A partir de estas experiencias se generan acciones formativas que fortalecen a los padres de familia para una crianza más empoderada y consciente, en línea con el compromiso de mejorar integralmente la calidad educativa de sus hijos; esto consolida la alianza escuela-familia. Aquí enfrentamos una realidad de a puño: los padres “educados” propelen por hijos más educados; lo inverso es casi cierto: entre menor educación, menos empuje para que los niños se eduquen mejor, generando una suerte de círculo vicioso.
En entrevistas con las mejores pruebas saber del departamento en los últimos años, hoy becados en Uniandes, una estudiante afirmaba que fue determinante ”el apoyo de mi Mamá llevándome a su oficina de abogada o en diferentes alcaldías desde pequeña y yo ayudándole con los números; mi abuela me había enseñado las operaciones matemáticas a los 4 años”.
Según una docente, los colegios se podrían así catalogar en dos tipos: los públicos donde los padres aparecen con dificultad a pesar de citarlos varias veces y los privados de estratos bajos donde ya el esfuerzo de los padres de pagar una matrícula los hace mucho más prevalentes en la interacción permanente con los maestros.
Una rectora de un Colegio nivel A afirma que con PROMCE “hoy hacemos acuerdos formales entre cada madre/padre y el colegio para propender por el aprendizaje y bienestar de sus hijos. Cada mes los papás se sientan con sus hijos en el curso, les escriben cartas y les ayudan en su plan de vida: esto mejora ostensiblemente la comunicación entre ellos”.
Este es un resumen somero de la importancia del involucramiento de los padres en el estudio de sus hijos y de los esfuerzos que los colegios deben hacer para fortalecer este vínculo. Debe volverse un elemento estructural.