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Por Natalia Zuluaga Rivera - nataliaprocentro@gmail.com
El panorama político actual nos viene mostrando que el país se ha polarizado fuertemente en los últimos meses. Los recientes acontecimientos públicos, la condena al expresidente Álvaro Uribe o el asesinato al senador Miguel Uribe, han generado sentimientos no solo de dolor, tristeza, e indignación, sino también de rabia, odio y venganza en muchos ciudadanos de diferentes vertientes políticas, en especial del sector de la extrema derecha.
Estamos a menos de un año de las elecciones presidenciales y se vienen unos meses de mucha violencia política que, sin darnos cuenta, permea nuestras vidas, entornos familiares, laborales, y aulas de clase. A veces quisiera alejarme de la política, pero la indiferencia ante lo injusto en este país de amores y odios, no hace parte de mi esencia, por eso seguiré escribiendo ante la injusticia.
Me duele ver un país dividido, y polarizado, un país que arde si no damos la razón al otro, un país, sumido en la violenta, en el discurso incendiario, donde pareciera que el que habla más fuerte, es quien debe tener la razón, donde la vehemencia e irracionalidad son los protagonistas que se ganan los titulares.
Según datos de Indepaz, en lo corrido del año 2025 van 100 líderes sociales asesinados, el líder 97 fue el asesinato del senador del Centro Democrático, Miguel Uribe; el 98 fue Yeison Aizama, líder social indígena Embera, asesinado en el Dovio, Valle; el número 99 Cayetano Pedroza, líder defensor de las comunidades del Tibú, en el Catatumbo, y el número 100 Jhon Esneider Pabón, líder social perteneciente a la asociación por la Unidad Campesina, asesinado el pasado 14 de agosto en Tibú, en Norte de Santander. Es como si ser líder social en Colombia es ponerse una lápida en la espalda, porque en este país está prohibido expresar libremente las ideas.
Resulta paradójico que en el “Gobierno del Cambio”, en el Gobierno de la “Colombia Humana”, la cifra de líderes sociales asesinados a la fecha, ascienda a 100. En el mismo Gobierno que siempre dijo que defendería y protegería a los líderes sociales en su territorio, pero que a su vez ha negado la protección de seguridad en escenarios políticos públicos cuando más se han necesitado.
Alejándome de los extremos y del dogmatismo que reina en el país, voy acercándome al centro político, donde veo un espacio racional que no habla de izquierda o derecha, un espacio moderado y pragmático que cree en el sentido común, en la tecnocracia, en la necesidad de una economía fuerte donde la empresa crezca con sentido social y humano; un centro en el que independientemente de la orilla política en la que estés, tienen claro que lo único que importa es que seas una persona buena y coherente con lo que haces, un centro en el que se pueda promover una estabilidad política de Gobierno que beneficie a las mayorías.
Como dijo hace unos días el precandidato a la Presidencia Sergio Fajardo: “Podemos ser diferentes, sin ser enemigos”; “No se puede seguir creyendo que el valiente, es el que insulta, maltrata, agrede y que daña al otro”. Yo también le apuesto a la voz de los silenciosos, a los que cuando hablan, lo hacen claro y con argumentos, sin necesidad de violencia en el discurso.
Pd: Q.E.P.D. Miguel Uribe, Yeison Aizama, Cayetano Pedroza y Jhon Esneider Pabón