La influenza AH1N1 llegó en 2009 para quedarse, pero calma, no se asuste, existe una vacuna que aunque no es única, ayuda a protegerse.
Diferente a los subtipos que se dieron antes como la de la gripe española o la rusa, que también eran H1N1 (ver cronología), el que se dio en 2009 produjo una pandemia diferente.
“Este virus ha estado con nosotros desde siempre, pero esta forma en especial de la influenza se debió a variaciones que hubo en las cadenas de material genético que tiene el virus, en el que se combinaron partes que son sobre todo de origen porcino, otras aviar y otras humano, por lo que todas las personas que no habíamos estados expuestos a H1N1 estábamos en riesgo mayor”, explica Lázaro Agustín Vélez Giraldo, médico especialista en enfermedades infecciosas y profesor titular de la Facultad de Medicina de la U. de A.
De acuerdo con información del Ministerio de Salud y Protección social, los virus de la influenza se clasifican en los tipos A, B y C en función de sus proteínas centrales. El A causa enfermedad al hombre e infecta a animales (aves y cerdos); B afecta solo a humanos causando enfermedad leve y C rara vez se asocia con humanos.
Breve historia del AH1N1
Hace 10 años, los infectólogos temían lo peor, tal vez por eso que pasó con la influenza de 1918, la pandemia más mortal de los últimos años: se conoció como gripe española y mató a 100 millones de personas, aproximadamente el 5 % de la humanidad en ese momento.
La AH1N1 de 2009 se convirtió en una cepa que tenía parte del virus pandémico de 1918, que persistió en los cerdos. Este se hibridó con otros tipos de gripe en 1998 y con el tiempo se dispersó como pólvora a través de cerdos estadounidenses (específicamente en México y California), evolucionando rápidamente.
Los virólogos advirtieron que estos virus fusionados planteaban una amenaza pandémica hace diez años. Por eso el terror mediático. Sin embargo, las tasas de mortalidad de la AH1N1 fueron bajas: de acuerdo con Vélez, solo del 1 al 2 % de la población infectada. Esto se explica en el libro Historia de la influenza de 1918: la madre de todas las pandemias de Jeffery K. Taubenberger, virólogo estadounidense y el primero en secuenciar el genoma del virus de 1918, quien hizo un recuento histórico de todas estas cepas en ese texto publicado en 2015.
No es igual que una gripa
Usted puede diferenciarlas según Vélez. La gripe o influenza se siente peor, dura entre cinco y siete días, es más probable que presente fiebre alta, dolores musculares, diarrea, fatiga repentina y en general un malestar intenso.
Distante de la comúnmente llamada gripa, catarro o resfriado (ver glosario), la gripe es una infección que compromete algunas vías respiratorias.
Las diferentes cepas del virus de la influenza (por ejemplo AH1N1 o H3N2) van cambiando los aminoácidos que lo componen. Si se replica millones de veces en unas horas, es posible que esas mutaciones ocurran simplemente como un fenómeno aleatorio, “dándose lo que llamamos mutaciones puntuales y espontáneas, distinto a las mutaciones por mezclas de virus”, agrega Vélez.
Según dice Carolina Ocampo, médica internista de la Universidad CES, “es un virus complejo que tiene alta capacidad de mutar y cada que cambia encuentra cómo evadir el sistema inmune en humanos”.
Vélez señala que en general la influenza (sus diferentes tipos, entre ellos la AH1N1) varía como tercera o cuarta causa de neumonía en Medellín tanto en niños como en adultos. En número, dice el profesor de la U. de A., puede decirse que es la responsable del 10 % de los casos de neumonía. Y de hecho, la forma en que mata directamente es causada por una neumonía viral, una infección profunda que daña las membranas que absorben oxígeno de los pulmones.
La vacunación es clave
Aunque distante de ser perfecta, Ocampo y Vélez recomiendan la vacunación como la medida más eficaz para evitar esta enfermedad.
Datos de la Organización Mundial de la Salud reportan que los distintos tipos de influenza se producen en todo el mundo, con una tasa de ataque global anual estimada entre el 5 % y el 10 % en adultos y entre el 20 % y el 30 % en niños. En las regiones templadas, es una enfermedad estacional que suele ocurrir en los meses de invierno: afecta al hemisferio norte de noviembre a abril y al sur de abril a septiembre. En las áreas tropicales no hay un patrón estacional claro, y su circulaciónes durante todo el año, típicamente con varios picos durante las estaciones lluviosas.
La vacuna estacional contra la influenza que se pone anualmente desde 2011 ya tiene un componente que protege contra la AH1N1. Y aunque “hay ocasiones en las que solo protege en un 30 % de los casos porque la entidad puede variar ya sea por sus combinaciones o por sus mutaciones, es la mejor protección que tenemos”.
Esas mutaciones pequeñas así como las más grandes dan pie a nuevas variantes del virus que los hacen tener cambios en su poder de virulencia y que afecta a unas personas más que a otras.
Sobre los mitos que promueven la idea de que la vacuna produce gripas o que induce la enfermedad, aclara Vélez: “No son ciertos. La vacuna no contiene el virus vivo, solo parte de sus fragmentos virales”.
Población en riesgo
En los tres primeros meses de 2019 se registraron 1.252 casos de enfermedades respiratorias según el Instituto Nacional de Salud. Andan por las nubes. Y sus informes añaden que en las dos últimas semanas se notificaron 155 casos de enfermedad similares a la influenza e infección respiratoria aguda grave.
Preocupan y más si se tienen en cuenta que la mayoría de casos se presentan en adultos mayores, niños o quienes tengan nfermedades crónicas preexistentes como diabetes o VIH. Por eso es importante que reconozca este virus como un agente potencialmente mortal. La vacunación anual es fundamental, especialmente en poblaciones más vulnerables.