Una tarde gris cayó pesada sobre el Atanasio Girardot. Una vez más, Atlético Nacional se fue entre sombras, entre rostros largos y silbidos que calan hondo en una institución acostumbrada a las alturas. La derrota 2-1 ante Santa Fe no solo dejó al equipo cada vez más lejos de la final de la Liga Betplay-1, sino que firmó un registro para el olvido: seis partidos consecutivos sin ganar, una racha que no vivía desde épocas oscuras como las de 2008-2009, 2019 y el segundo semestre de 2021. Aquella vez, el técnico era Paulo Autuori, hoy en la distancia mientras otro proceso tambalea: el de Javier Gandolfi.
El diagnóstico es claro: este Nacional es Cardonadependiente. La primera parte fue un oasis que permitió soñar con la redención. El regreso del ‘10’ trajo fútbol, temple y, por supuesto, el gol. De tiro libre, con la pegada mágica que todavía conmueve tribunas, Edwin Cardona marcó su tanto número 44 con el verde y el 18 desde fuera del área, ratificando que su jerarquía sigue intacta. Nacional sonrió por un instante. Pero fue solo eso: un instante.
Para el complemento, la precaución venció al impulso. Gandolfi decidió sustituir a Cardona y con él se fue el alma del equipo. Sin su faro, Nacional se apagó. Lo que vino después fue una historia ya contada: el empate de Hugo Rodallega, que aprovechó la desconexión defensiva, y el golpe final, en la última jugada del partido, cuando Gilmar Velásquez, como un puñal en el último suspiro, sentenció la remontada. Santa Fe no ganaba en Medellín desde 2016, pero encontró en este Nacional un rival sin respuestas.
La estadística lo dice todo. Con Cardona como titular en la Liga, Nacional ha conseguido 8 victorias, 5 empates y apenas 3 derrotas. En total, cuando él juega, el equipo suma un rendimiento del 57,9%. Pero cuando no está, como quedó claro en el segundo tiempo, todo se desmorona.
En ofensiva, los verdolagas fueron un mar de imprecisiones. Nadie tomó el liderazgo, nadie asumió el rol de conductor. La pelota fue un estorbo y el arco contrario, un espejismo. Ni Billy Arce, ni Alfredo Morelos, ni Kevin Viveros ni Andrés Sarmiento lograron poner orden ni intención. Un equipo sin brújula que, en su desespero, terminó atacando con el arquero Chipi Chipi Castillo en la última jugada. A ese nivel llegó la desesperación.
Los hinchas, que al comienzo de semestre renovaron su fe con abonos y promesas de renovación, salieron molestos y frustrados. Se sienten traicionados por un proyecto que se deshace partido a partido y que no puede depender, en un club de la grandeza de Nacional, de un solo jugador. Lo de Gandolfi ya no es solo una preocupación: es una crisis que crece.
Quedan tres partidos y la matemática aún no sentencia. Pero con solo dos puntos de nueve posibles, Nacional necesita una segunda vuelta perfecta y un milagro que, con el nivel actual, parece cada vez más lejano.
El próximo jueves, a las 8:20 p. m., en El Campín, el verde tendrá revancha contra Santa Fe, aunque con más dudas que certezas. Recuperará a David Ospina, Andrés Román y Marino Hinestroza, pero la gran incógnita sigue siendo Cardona. Si él no está, ¿quién lo hará jugar?
En este Nacional sin alma, el presente es gris y el futuro, por ahora, se escribe con signos de interrogación.
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