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El papa Francisco reposa en la basílica de San Pedro: su gran amiga acompañándolo y otros detalles de la primera jornada en la capilla ardiente

Miles de fieles acudieron a la basílica de San Pedro, donde se encuentra el cuerpo del papa Francisco, en el primer día del homenaje abierto al público para el pontífice.

  • Las visitas al féretro del papa Francisco, que estaban previstas hasta la medianoche, se prolongaron hasta la madrugada. FOTO: GETTY
    Las visitas al féretro del papa Francisco, que estaban previstas hasta la medianoche, se prolongaron hasta la madrugada. FOTO: GETTY
hace 4 horas
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Fueron más de 12 horas durante las cuales miles de fieles presentaron sus respetos al papa Francisco en el primer día del cuerpo del pontífice en la capilla ardiente que estará instalada por tres días en la basílica vaticana de San Pedro.

Durante la jornada, una monja entristecida rompió todos los protocolos y acompañó el cuerpo de Jorge Bergoglio durante varios minutos, sin que nadie se atreviera a moverla.

Aunque los miles de fieles que llegan hasta el templo solo tienen un par de segundos frente al féretro del sumo pontífice para despedirse, la monja logró saltarse el protocolo, sin que los gendarmes, la guardia suiza, ni los cardenales –que pueden estar más cerca del ataúd– siquiera se les ocurriera moverla.

Se trató de sor Geneviève Jeanningros, una religiosa francesa de 81 años, sobrina de Léonie Duquet, una de las monjas secuestradas durante la última dictadura argentina y gran amiga de Jorge Bergoglio, el sacerdote jesuita que luego, convertido en papa, se volvió en un ser entrañable para su sobrina.

Y es que sor Geneviève era una íntima amiga del papa Francisco. De hecho, tal era su relación con el sumo pontífice que este la apodaba cariñosamente como la enfant terrible (niña rebelde, por su traducción al español).

La hermana francesa, miembro de la orden de las Hermanitas de Jesús, ha dedicado casi 56 años de su vida a ayudar a los más necesitados de Roma, en especial a las mujeres transexuales y los feriantes de un parque de atracciones del barrio de Ostia, comunidades que por muchos años estuvieron marginadas de la iglesia católica.

A menudo, Francisco recibía en el Vaticano a grupos que la monja llevaba, algunos incluso trabajaban en la prostitución. En esos encuentros, los más necesitados compartían sus historias con el papa, quien los hacía más cercanos a la institución que presidió.

Gracias a ese estrecho vínculo, en julio del año pasado sor Geneviève logró que el papa visitara el parque de atracciones de Ostia para encontrarse con los feriantes, en un acto que pudo haber sido el último que ambos compartieron.

De acuerdo con cifras oficiales del Vaticano, cerca de 20.000 fieles vieron al primer pontífice latinoamericano yaciendo en un sencillo ataúd abierto, ante el imponente baldaquino barroco de la iglesia más grande del mundo, entre las 11:00 a.m. y 7:30 p.m. (hora de Roma) de este miércoles.

Las visitas, que estaban previstas hasta la medianoche, se prolongaron hasta la madrugada.

Procesión hacia la basílica de San Pedro

El primer día de la capilla ardiente comenzó a las 9:00 de la mañana, hora de Roma, con el traslado del féretro desde la residencia de Santa Marta hasta la basílica de San Pedro. El cuerpo del pontífice, fallecido el lunes 21 de abril a los 88 años, fue llevado a hombros por miembros de la Guardia Pontificia.

Plegarias y el repique de campanas acompañaron la procesión, además de los cardenales y demás autoridades eclesiasticas.

El jesuita argentino llevaba su inseparable rosario entre las manos y casulla roja. Su cuerpo no se depositó en un catafalco, a diferencia de sus antecesores: petición expresa del jesuita argentino de estilo austero.

La jornada estuvo marcada por las largas filas de fieles que esperaban pacientes su turno. En el interior de la basílica, el río de fieles avanzaba bajo el sonido de un leve rumor, apenas roto por el llanto de los niños.

El acceso tiene controles similares al de los aeropuertos, con escáneres de rayos X y detectores de metales, mientras que efectivos de la policía y el ejército custodian los alrededores.

El rito de sellado del féretro papal

El próximo viernes 25 de abril, a las 20:00 (hora de Roma), el cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo de Iglesia, presidirá el rito solemne del cierre del féretro. La ceremonia marcará el final de la capilla ardiente en la basílica de San Pedro.

Durante el rito, usualmente se cubre rostro del papa con un velo blanco, se introduce en el ataúd una bolsa con monedas acuñadas durante su pontificado y un breve texto con los hitos de su vida (el rogito) y un tubo de plomo que contiene documentos clave de su papado.

El entierro se llevará a cabo el sábado 26 de abril tras la misa exequial, no en las grutas vaticanas donde reposan la mayoría de los papas, sino en la basílica de Santa María la Mayor de Roma. Será el primer pontífice enterrado fuera del Vaticano desde León XIII en 1903.

Entre 150 y 170 delegaciones extranjeras asistirán al funeral.

El presidente estadounidense, Donald Trump; el argentino, Javier Milei; Luiz Inacio Lula da Silva, de Brasil, y el ecuatoriano Daniel Noboa ya confirmaron su presencia. También el francés Emmanuel Macron, el rey Felipe VI de España y el secretario general de la ONU, António Guterres.

Los tradicionales nueve días de duelo en el Vaticano tras la muerte de un pontífice comenzarán el sábado, el día del funeral y el entierro del papa Francisco, informó la Santa Sede tras una nueva reunión de cardenales, que aún no anunciaron la fecha del próximo cónclave.

Este período de misas y homenajes en la basílica de San Pedro, conocido como Novendiales, se prolongará así hasta el domingo 4 de mayo para honrar al primer pontífice latinoamericano.

La elección de su sucesor en la cátedra de San Pedro debe celebrarse en la emblemática Capilla Sixtina, en un plazo de entre 15 y 20 días desde su muerte. Más de dos tercios de los 135 cardenales electores fueron nombrados por el difunto papa.

Médico recordó los días finales del papa Francisco

Aun en medio de la fragilidad de su salud, el papa Francisco no dejó de pensar en los demás. Así lo relató este miércoles el Dr. Carlo Torti, infectólogo del Policlínico Gemelli, quien fue parte del equipo médico que atendió al pontífice durante su última hospitalización por neumonía bilateral.

Según su testimonio a los medios vaticanos, el papa “siempre estaba preocupado por las necesidades de los demás, no solo por su propia integridad física. Hasta el final, quiso lanzar su corazón por encima del obstáculo de su aliento hacia el aliento del mundo”.

Durante los días de hospitalización, “a medida que su aliento disminuía y sus palabras se volvían delgadas, su preocupación por los demás se hacía aún más fuerte”, señala la oficina de comunicaciones del Vaticano.

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“Cada vez que entrábamos en la habitación y pedíamos visitarle, quizá al principio con cierta circunspección, nunca nos hacía sentir ninguna molestia que pudiéramos haberle causado, sobre todo en los momentos más exigentes para él. (...) Francisco fue una persona bondadosa hasta el final, y ‘quizás en el momento más crítico de su salud”, confesó Torti sobre las últimas semanas del papa, desde su ingreso en el hospital hasta el Domingo de Pascua.

El recuerdo de esa cercanía se trasladó también a la audiencia del 16 de abril, cuando Francisco recibió en el Vaticano al equipo médico que lo trató. “Lo que me sorprendió fue que, en sus momentos de fragilidad personal, utilizara estas referencias para pensar en los demás, en las personas más necesitadas, aunque él tuviera necesidades en esos momentos y las sintiera más agudamente”, concluyó Torti.

Mientras tanto, en la Basílica de Santa María la Mayor, el cardenal Pietro Parolin presidía un rosario en sufragio del papa, acompañado por fieles de todo el mundo. “Encomendemos a nuestro amado papa a María Santísima, Salus Populi Romani”, dijo.

De acuerdo con el Vaticano, “fieles de todas las edades y de todas las partes del mundo entrelazaban sus dedos sobre las coronas, respondiendo no solo en italiano, sino también en latín o en español. En el rostro de todos, el recuerdo vivo de un papa que hizo del Evangelio su casa (sic)”.

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