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La oportunidad la pintan calva

Todo ese cúmulo de estrellas negras en la bandera del actual cuatrienio daría a los antagonistas del régimen la oportunidad para ir cosiendo otra bandera.

hace 4 horas
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  • La oportunidad la pintan calva

Por Alberto Velásquez Martínez - opinion@elcolombiano.com.co

Si la estruendosa derrota sufrida por el gobierno Petro la semana pasada en el Senado en la elección del nuevo magistrado de la Corte Constitucional, supiera capitalizarse, constituiría el principio para llegar al acuerdo nacional que fije no solo unas reglas claras que faciliten la elección presidencial de un solo candidato antípoda al actual Jefe del Estado, sino un consenso programático y electoral a largo plazo para reconstruir el país, rescatándolo de las garras del populismo de izquierda.

Sabemos que esto es bien difícil de lograr, por las ambiciones y egoísmos que persisten en la acción política colombiana. Cada aspirante está en lo suyo, trabajando para sus propios intereses y haciendo sus propios cálculos, si no mezquinos, sí con riesgo, dadas las divisiones, de caer en lo mismo. Es como si el egoísmo lo consagraran como política de suicidio nacional. Los personalismos distancian acuerdos de conveniencia general. Los dinamitan cada vez que alguien abre la boca para pedir sensatez y responsabilidad.

Los solos escándalos por corrupción en el gobierno, darían materia para sancionar y condenar en las urnas a sus actores. Pero no pocos protagonistas de despilfarros, de saqueos a los fondos estatales, gozan hoy de cabal salud, sea refugiados en la impunidad que les otorgan gobiernos alcahuetas de países vecinos, sea asilados en la burocracia interna, o atiborrados de contratos, cuando no es que se les otorga el escape a través de un nombramiento diplomático o consular.

Todo ese cúmulo de estrellas negras en la bandera del actual cuatrienio daría a los antagonistas del régimen la oportunidad para ir cosiendo otra bandera, la de la restauración moral, sobre la cual se arrope el gran movimiento nacional de recuperación de la dignidad pública. Para evitar que la República, como la quería Cicerón para la Roma de hace más de 2.000 años, “no caiga más en manos de hombres, no tan deseosos de mudarla como de acabar con ella”.

Pero la experiencia amarga de lo que dejará como saldo final de tragedia lo que hoy gobierna a Colombia, parecería no desvelarlos. Siguen lanzándose dardos envenenados en un papel de idiotas útiles que solo les sirve a los que mandan hoy, dejando heridas difíciles de cicatrizar, que alejan fórmulas de consensos que busquen crear el ambiente propicio para llegar a gobernar con el líder adecuado y con un programa consistente, a mediano o largo plazo, para reconstruir lo que va a quedar de país.

P.D.: Tanta alharaca del presidente Petro con sus cuentas alegres de las “1.300.000 millones” de personas –160 veces la población mundial– que visitaron el pabellón de Colombia en Osaka y que se comieron 10 millones de toneladas de lechona, consumo que ha debido originar una indigestión colectiva, sabiendo que los principales ingredientes eran el cerdo importado de México y el arroz del Japón. En la próxima feria internacional, ojalá el “cañazo” cuantitativo presidencial sea menos extravagante, con mayores insumos nacionales y en cantidades más soportables para el estómago de los turistas internacionales.

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