Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
3 y 4
La amenaza que Putin lanzó en Alemania toma la forma de un reacomodo global justo cuando el viejo continente desconfía de Estados Unidos.
Por David E. Santos Gómez - davidsantos82@hotmail.com
En el 2007, Vladímir Putin increpó a Occidente en su propio territorio. El 10 de febrero, en un discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich, criticó lo que, a su parecer, era la farsa de un mundo multipolar. La verdad es que vivimos la unipolaridad impuesta a la fuerza por Estados Unidos, dijo, y luego desplegó una lista de quejas entre las que se destacaban la rabia por la ampliación de la OTAN hacia el oriente y la concentración del poder mundial en Washington y Bruselas. O nos abren las puertas a la participación o el mundo escuchará nuestra voz, insistió. Sus palabras significaron un quiebre en su acercamiento a Europa y resuenan hoy en medio de un continente en guerra.
Casi dos décadas después de esa declaración, Putin se muestra satisfecho con el giro que ha dado la geopolítica. La interpretación de la realidad internacional que expuso en Alemania ayudó a formar decisiones posteriores como la intervención en Georgia en 2008, la anexión de Crimea en 2014 y, por su puesto, la invasión a Ucrania en febrero de 2022. La respuesta de Occidente fue intentar aislar a Rusia, pero Putin encontró aliados en el camino que comparten sus propósitos.
China abraza, de forma cada vez más pública, la idea de la urgente necesidad de reconfigurar los polos de liderazgo. Es por esto que aceleró su plan de transformación económica global y desplegó, de forma paralela, un arsenal militar como el mundo no había visto.
De las intenciones se han pasado a los hechos. De los discursos a los desfiles. De las llamadas telefónicas a las reuniones personales, las sonrisas y los apretones de manos.
El 1 de septiembre se reunieron en Shanghái los líderes de India, Rusia y China para definir acuerdos de cooperación en comercio y energía y, dos días después, se dieron cita en Beijing Putin, Xi Jinping y el norcoreano Kim Jun Un para el descomunal desfile militar chino por los 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial. Allí los tres dejaron claro que la alianza es sólida y pragmática. Más allá de las diferencias entre las partes, el bloque se planta como alternativa al dominio occidental que gobernó el mundo desde la caída del muro de Berlín. “La humanidad debe elegir entre la guerra y la paz. China es imparable”, dijo Xi.
La amenaza que Putin lanzó en Alemania toma la forma de un reacomodo global, justo cuando el viejo continente desconfía de Estados Unidos y la guerra arancelaria lanza a viejos socios a la búsqueda de nuevos mercados. Desde la otra orilla dicen recibir con los brazos abiertos a aquellos que quieran unírseles.
Europa tiembla con lo que ve. Es indiscutible que ante un posible choque de imperios está rezagada militarmente. Se lamenta por las décadas de dependencia de Washington y repiten en cada encuentro continental que es tiempo de tomar las riendas de su propia defensa. Esperan que no sea demasiado tarde.