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Es probable que al final de este gobierno y al inicio del siguiente, se haya incrementado la presencia territorial de grupos armados ilegales.
Por Alejo Vargas Velásquez - vargasvelasquezalejo@gmail.com
El 7 de mayo en el Panel final del Curso de Aula Libre-UN propuse estas ideas. Uno, se trata de opiniones personales de un académico estudioso de estos temas, no del simpatizante político de ningún grupo o personaje.
Dos, guerra y negociación política han sido una constante en nuestra historia como país formalmente independiente.
Tres, hemos tenido los últimos sesenta años un conflicto armado interno con diversidad y multiplicidad de actores (con enfrentamientos entre grupos por disputas de control territorial), lo cual ha hecho muy complejo la terminación del mismo. Además todos los Acuerdos han dejado un pequeño grupo disidente. Pero, nunca ha existido, ni en el pasado ni en el presente, un grupo armado irregular que haya sido una amenaza real para el Estado. La violencia asociada al conflicto armado interno ha venido transformándose a lo largo del tiempo.
Cuatro, ha habido Acuerdos en el gobierno de Virgilio Barco (4), de César Gaviria (3), de Álvaro Uribe (1), de Juan Manuel Santos (1) y eso explicaría la intención del gobierno Petro de intentar acabar con todas las violencias. Pero... una cosa son las buenas intenciones y otra la posibilidad de hacerlas realidad. Cinco, hay necesidad de precisar la distinción entre cerrar o terminar el conflicto armado interno -tarea fundamental de los actores directos del mismo- y la construcción de paz -responsabilidad de toda la sociedad-. Construir Paz Negativa y Paz Positiva. Seis, para este analista políticas públicas como la ‘Paz Total’ buscan en lo fundamental terminar o cerrar el conflicto armado con organizaciones alzadas en armas contra el Estado o con grupos armados ilegales.
Siete, la ‘Paz Total’ es una política que en el objetivo discursivo aparece como atractiva y bienintencionada (excesivamente ambiciosa dicen otros), pero en su implementación ha evidenciado una gran improvisación y sin diseños metodológicos coherentes para los diferentes tipos de actores.
Ocho, hay dos cambios en el actual gobierno que plantea dificultades analíticas y prácticas, uno de orden conceptual abandonar la idea que solo debería ser objeto de alguna salida concertada, las conocidas como violencias ‘políticas’ y no las violencias de criminalidad común; el otro, darle el giro a la política de terminación del conflicto armado para identificarla con la de desarrollo territorial denominándola ‘paz territorial’, sin que quede claro el futuro del o los grupos armados irregulares en ese territorio.
Nueve, creo que además del pequeño grupo en Nariño de ‘Comuneros del Sur’ (con todas las incertidumbres que todavía acompañan esa desmovilización), es poco probable que haya otro resultado concreto de la ‘Paz Total’, independiente que en algunas regiones se hayan concebido o ejecutado obras de desarrollo comunitario. Sobre la ejecución del Acuerdo entre Gobierno y FARC-EP eso está bastante en el limbo, pese a los discursos que supuestamente hablan de implementar dicho Acuerdo.
Diez, es probable que al final de este gobierno y al inicio del siguiente, se haya incrementado la presencia territorial de grupos armados ilegales, lo cual no necesariamente significa que se vaya a hacer realidad ese dicho de ‘plomo es lo que viene’, porque la dinámica de las guerras ha cambiado en todo el mundo.