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Remontando en el extratiempo

hace 9 horas
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Por Mateo Castaño Sierra - @matecastano

Un chiste que los anglosajones hacen sobre nosotros los latinos dice que “Latinoamérica es el continente del futuro... y siempre lo será”. Y aunque el chiste sea cruel, encierra su verdad. La historia de Latinoamérica es conjugar el verbo desperdiciar. En cualquier país al sur del Río Grande ha habido una, dos, tres y hasta más bonanzas desaprovechadas: el oro, la plata, el guano, la caña, el petróleo, el gas, la soja... y la lista sigue. Nino Bravo cantó que “cuando Dios hizo el Edén pensó en América”. El problema es que el hombre desperdició el Edén. Nos frustra ir perdiendo, sabiendo que podríamos ir ganando.

Sin embargo, el destino está siendo amable con nosotros y le está presentando a América Latina una segunda oportunidad única, de cinco bonanzas al tiempo. La historia no se repite, pero sí rima ¿Será que podremos cambiar nuestro destino? Aspiremos a que sí.

La historia fascinante de esta oportunidad de oro es que Latam tiene los 5 “commodities” claves para el progreso de la humanidad en el siglo XXI (y hasta el XXII): agua, alimentos, energías renovables, minerales y seguridad. En un mundo convulso somos especiales.

En primer lugar, mientras el cambio climático aumenta el estrés hídrico del planeta, América Latina es la fábrica de agua dulce del mundo. Si los desiertos se expanden por el globo, aquí tenemos mucha más agua dulce de la que necesitamos. Algo similar ocurre con la comida: Latinoamérica es un exportador neto de alimentos, produciendo más de lo que consumimos. Por si fuera poco, tenemos abundancia de tres de los cuatro granos clave para la supervivencia de la humanidad: maíz, trigo y soja –sólo nos falta arroz.

En energías renovables Latinoamérica combina una enorme capacidad ya instalada de hidroeléctricas, con algunos de los sitios más aptos del mundo para aprovechar la energía solar y eólica y además complementado con enormes reservas de gas –que es el combustible fósil menos contaminante. Como consecuencia, esta transición energética exigirá a su vez una mayor electrificación de la economía, que con la tecnología actual es sólo posible hacerla si extraemos masivamente cobre, litio y tierras raras, minerales que abundan en la Cordillera de los Andes, desde Chile a México.

Finalmente está la seguridad con triple candado de Latam. Por un lado, hay una larga historia, única en el mundo, de coexistencia pacífica entre los estados-nación del continente. Por otra parte, la cercanía de la región con Estados Unidos la hace estable en términos geopolíticos. Y finalmente, a pesar de –o quizás gracias a– ser un crisol cultural, América Latina tiene muchos menos problemas religiosos, raciales o étnicos que el resto del planeta. La delincuencia común es un desafío, pero de un orden mucho menor a un conflicto entre países o a un enfrentamiento civil.

No lo escuchamos a menudo –y además no parece que fuéramos consciente de ello– pero el sitio del planeta que tiene más potencial para ser un contribuyente neto a la solución de los grandes desafíos globales es América Latina. Repito: potencial, que no certeza. Depende de nosotros creérnoslo, aprovecharlo y de una vez por todas meter los goles para remontar en el extratiempo.

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