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Pros y contras del Área Metropolitana del Oriente que se vota en noviembre

El próximo 9 de noviembre los habitantes de 8 municipios decidirán si se integran o no, por fin, en un área metropolitana.

  • El suelo urbano del Valle de San Nicolás pasó de 10 kilómetros cuadrados en 1995 a 40 kilómetros cuadrados en 2024. FOTO Manuel Saldarriaga
    El suelo urbano del Valle de San Nicolás pasó de 10 kilómetros cuadrados en 1995 a 40 kilómetros cuadrados en 2024. FOTO Manuel Saldarriaga
hace 3 minutos
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El martes de la semana pasada empezó la campaña para las elecciones más importantes de la historia reciente en el departamento y para el Oriente antioqueño: el próximo 9 de noviembre se votará, en 8 municipios, la consulta que definirá si se crea, o no, la figura del Área Metropolitana del Valle de San Nicolás.

Para que eso ocurra, los habitantes de Rionegro, La Ceja, El Carmen de Viboral, Guarne, El Retiro, San Vicente Ferrer, El Santuario y La Unión –donde habitan cerca de 500.000 personas– deberán votar por el sí que están promoviendo tanto la Gobernación de Antioquia como las alcaldías de cada uno de sus municipios; o por el no, que están impulsando 15 comités ciudadanos que se inscribieron ante la Registraduría. La idea inicial de la Gobernación era incluir también al municipio de Marinilla, pero el alcalde no le caminó al gobernador ni a la propuesta y se bajó del bus.

El argumento de la Gobernación ha sido que con esta figura de área metropolitana los ocho municipios podrán planificar su territorio de manera articulada, mejorar la seguridad, la prestación de servicios públicos y ordenar de forma armónica el desarrollo del Valle de San Nicolás. Los opositores, por su parte, temen un crecimiento urbano desmedido, una pérdida de autonomía de los municipios pequeños y una dependencia de los grandes.

La norma exige que para que las elecciones tengan validez debe participar por lo menos el 5% de la población habilitada para votar, esto es, 17.937 personas. En Rionegro, el municipio principal y el eje del Área Metropolitana (el equivalente a Medellín en el Valle de Aburrá) se necesitan 6.269 votos, pero en San Vicente son apenas 870 votos, en La Unión, 1.006 y en El Retiro, 1.030.

Si en cada municipio alcanzan esa participación del 5%, y más de la mitad de los votos es a favor, entonces el municipio integrará la nueva área metropolitana. Es decir que, en zonas como La Unión y El Retiro, con más de 20.000 habitantes, alcanzarían apenas unos 500 votos para que la decisión quede en firme. Los que no alcancen el umbral o donde gane el no, no entrarán al área metropolitana.

Ese umbral del 5% ha sido uno de los puntos álgidos del debate entre quienes están a favor y en contra. Quienes se oponen a la iniciativa alegan que al ser tan bajo carece de legitimidad popular. Los que están a favor del sí argumentan que un país como Colombia, donde la abstención en unas elecciones presidenciales, por ejemplo, alcanza el 50%, para este tipo de consultas es muy difícil que las personas participen masivamente. Sin embargo, desde la Gobernación de Antioquia hacen cuentas por encima del 15 o el 20% del umbral electoral.

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Aunque todavía no están del todo definidas las formas sobre cómo se financiará esta nueva entidad ni tampoco de cómo se repartirá el presupuesto entre sus municipios –pues eso se definirá una vez ya se haya conformado una junta metropolitana–, se espera que los municipios aporten un 1% de sus ingresos corrientes de libre destinación, lo que sumaría cerca de $5.900 millones al año. De ese total, Rionegro pondría la mitad, seguido por Guarne, La Ceja y los demás municipios con aportes proporcionales. El congresista Daniel Carvalho, promotor de la iniciativa en el Congreso, explica que esa no sería la única fuente: también habría ingresos por la sobretasa catastral, valorización, transporte, aportes del Gobierno Nacional y cooperación internacional. Además, que la plata no se manejaría de manera aislada, sino a través de la Junta Metropolitana, donde están representados todos los alcaldes. Esa junta define en qué se invierten los recursos, priorizando proyectos de movilidad, servicios públicos, ambiente y ordenamiento territorial.

La propuesta de formar un área metropolitana entre los municipios del Valle de San Nicolás no es nueva, pero nunca había estado tan cerca de concretarse.

En los últimos 20 años, los habitantes de estos municipios pasaron de 355.000 a 520.000 y se espera que en la próxima década la cifra supere el millón. Ante la escasez de suelo disponible para construir nueva vivienda y recibir más familias en el Valle de Aburrá, el Valle de San Nicolás lleva ya casi que una década desarrollándose como la segunda gran urbe de la región.

Las áreas urbanas pasaron de 10 kilómetros cuadrados en 1995, a 25 en el 2015 y a 40 el año pasado. Los cálculos son que en 15 años, para el 2040, el suelo urbano se duplique y llegue a los 80 kilómetros cuadrados, que ya sería el equivalente al 50% del área urbana del Valle de Aburrá.

El Oriente antioqueño es la segunda subregión que más aporta al PIB departamental, y solo los municipios del Valle de San Nicolás aportan más que las subregiones de Urabá, Norte, Nordeste, Bajo Cauca, Occidente y Magdalena Medio. Todos los días, cerca de 30.000 carros pasan por el túnel de Oriente y se espera que la cifra se duplique cuando esté lista la segunda calzada del túnel. Lo cierto, es que aunque la tierra no se ha movido y la distancia entre Medellín y Rionegro sigue siendo la misma ahora que hace 20 años, cualquiera podría asegurar que ahora están mucho más cerca que antes.

La población, las empresas, las viviendas y los carros crecerán cada vez más en el Valle de San Nicolás, y con ellos, los problemas también: la movilidad, la pobreza, la inseguridad, la contaminación, el espacio público.

¿Cómo afrontar esa expansión inevitable? El gobernador Rendón y los suyos están convencidos de que hay que integrarse en un área metropolitana, para tomar decisiones conjuntas y coordinadas que tengan un impacto mayor impacto, mientras que para los opositores al proyecto, esto fomentaría una división con los 15 municipios que se quedarían por fuera y se verían relegados, además de que pondría en jaque la autonomía de los municipios más pequeños del área, que quedarían supeditados a lo que se decida en los más grandes. ¿Quién tiene la razón?

Voces a favor: más inversión privaday mejor planificación urbana

Planificación coordinada para grandes problemas

La creación del Área Metropolitana puede ser una respuesta fundamental para buena parte de los problemas actuales y futuros que impactan simultáneamente a dos o más municipios del Valle de San Nicolás y que trascienden las capacidades de gestión individual de cada localidad. Abarcan desde la movilidad y los servicios públicos hasta la seguridad y la gestión ambiental. Eugenio Prieto Soto, director de Planeación de Antioquia, enfatizó que esta figura permitirá a los ocho municipios involucrados “planificar su territorio de manera articulada, mejorar la seguridad, la prestación de servicios públicos y ordenar de forma armónica el desarrollo del Valle de San Nicolás”. Para la senadora Paola Holguín, el área hará que sea más sencillo “planear y ejecutar de forma conjunta lo que hoy se resuelve de manera dispersa”. En la práctica, esto se traduciría en acciones concretas como la integración de acueductos, alcantarillados, aseo, energía y gas, con soluciones conjuntas para el tratamiento de aguas residuales.

Impulso a la economía y atracción de inversionistas

El Oriente antioqueño es la segunda subregión de mayor importancia económica en el departamento, aportando en promedio el 9.5% del PIB departamental entre 2015 y 2022. El Altiplano, donde se ubica el Valle de San Nicolás, contribuye a su vez con el 71% del PIB de la subregión, pues allí están el 78% de las empresas del Oriente. Este dinamismo se ve amplificado, entre otras cosas, por la presencia de infraestructuras estratégicas como el Aeropuerto Internacional JMC, la Autopista Medellín-Bogotá, el Túnel de Oriente, la Zona Franca de Rionegro y una robusta oferta de universidades y hospitales de alta complejidad. Los promotores del área argumentan que esta figura es crucial para aprovechar este potencial y atraer mayores inversiones, y consolidar un desarrollo territorial sostenible. Según Prieto Soto el eje Medellín-Rionegro será uno de los tres polos de crecimiento más importantes del país hacia 2040-2050, con una población estimada de 1.2 a 1.4 millones de habitantes.

Ordenamiento territorial organizado para la expansión

El crecimiento acelerado y, a menudo, desordenado que ha experimentado el Oriente ha hecho que los cambios recientes que ha sufrido hayan sido, por lo menos, caóticos, con la ocupación de suelos rurales para usos y actividades urbanas, afectando la vocación agrícola y la sostenibilidad ambiental. Ha faltado control sobre licencias urbanísticas y se ha construido en zonas de reserva. La población de la subregión aumentó en más de 163.000 habitantes entre 2005 y 2017, y en 2021, el Oriente lideró la venta de vivienda nueva en Antioquia, con 6.325 unidades comercializadas, generando una presión urbanística sin precedentes. Frente a esta expansión, se espera que el área sea una solución para poner límites al mercado y asegurar un desarrollo sostenible, integrando las dinámicas urbanas y rurales. Una de las estrategias clave es la creación de un “Cinturón Verde del Valle de San Nicolás”, para preservar y restaurar las fuentes de agua, el espacio público y la conectividad ecológica.

Voces en contra: los pueblos pequeños pierden contra los grandes

Concentración del poder regional en Rionegro

Una de las críticas más férreas a la conformación del Área Metropolitana es el temor generalizado a la pérdida de autonomía de los municipios asociados y una consecuente concentración de poder en Rionegro, designado como el municipio núcleo. Esta preocupación radica en que el alcalde de Rionegro, al presidir la Junta Metropolitana, ostentaría un poder de veto efectivo sobre decisiones cruciales como el Plan Integral de Desarrollo Metropolitano, el Plan de Inversiones y el Presupuesto Anual, además del nombramiento del director del Área Metropolitana. A la Gobernación la critican porque, mientras a nivel nacional se opone a la centralización de los recursos, este sería uno de los efectos del AMO en la región. Para el diputado Juan David Muñoz, del Pacto Histórico, este poder de veto “lleva definitivamente a la concentración del poder” y que los acuerdos metropolitanos tendrían “jerarquía sobre actos administrativos municipales,“ lo que se traduciría en una “pérdida de la autonomía”.

El umbral bajo de votación amenaza la legitimidad

El mecanismo de la consulta popular, aunque es un requisito constitucional, ha demostrado ser un obstáculo difícil de sortear para la conformación de Áreas Metropolitanas en Colombia. A pesar de que la Ley 1993 de 2019 redujo drásticamente el umbral de participación del 25% al 5% del censo electoral, esta flexibilización es objeto de fuertes críticas por comprometer, en el caso del AMO, la legitimidad democrática de una decisión que afectaría a medio millón de habitantes, con proyecciones a un millón. Puesto en cifras, esto implicaría que tan solo 27.500 personas podrían decidir el futuro de una región que actualmente alberga a más de 550.000 habitantes. El diputado Juan David Muñoz denunció que el proceso ha estado marcado por una supuesta falta de transparencia, pedagogía efectiva y participación real de la ciudadanía.

Presión ambiental y posible desaparición de Cornare

Una de las grandes preocupaciones de la acelerada expansión urbana y el crecimiento poblacional en el Oriente es la presión sobre los recursos naturales y los servicios básicos. La naturaleza y el aire puro que en algún momento fueron los principales atractivos para que empezara la migración del Valle de Aburrá al Oriente no pueden perderse de vista. Los críticos han advertido sobre el cuidado de las fuentes de agua y la posibilidad de que los municipios se vean obligados a vender sus empresas de servicios públicos a entidades privadas ante la incapacidad de suministrar el servicio a nuevos pobladores, como ya ocurrió con la enajenación de E.P. Río de Rionegro a EPM. Un punto central de controversia es el rol de Cornare, la autoridad ambiental regional. Si bien la Ley 99 de 1993 establece que un Área Metropolitana solo podría ejercer funciones como autoridad ambiental en su perímetro urbano si supera el millón de habitantes, y aun así requeriría una decisión de carácter regional, existe la preocupación de que, al alcanzar este umbral, el AMO asumiría estas competencias. Con esto, Cornare dejaría de recibir recursos de los municipios más ricos del Oriente.

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