Luis Alirio Calle ha sido un hombre al que se le ocurren frases que quedan taladrando en la mente. Alguna vez dijo que la misión del periodismo, su profesión, es “ayudar a entender...nos”; y ahora cuando transita por otra etapa de su vida, reinventando lo que siempre ha hecho, que es contar historias, trata de explicar el sentido diferencial de aquello en lo que está con otra sentencia más gráfica.
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Luis Alirio está maquinando unos recorridos por Medellín para relatar el dolor y superación que ha vivido la ciudad, y dice que claro que tendrá que hablar de Pablo Escobar, y del narcotráfico, y de la muerte que se ensañó con este territorio, pero que no es como los cientos de narcotours con los cuales se ha abusado narrativamente reproduciendo la trama de las series en las que los narcos aparecen como héroes que hallaron una manera de enriquecerse rápido y fácil, algo bastante atractivo para una sociedad donde el dinero es dios.
“Queremos contar la historia mencionando los personajes, pero sin ponerlos en un pedestal, porque hay personas más importantes que Pablo Escobar”, dice y ahí viene esa sentencia tan de su estilo para explicar la diferencia de lo que hacen él y quienes están comprometidos con el mismo propósito: “Más importante que el diablo es quien se le enfrenta”.
Luego explica que en este caso los valientes antagonistas que se opusieron a la fuerza maléfica que casi destruye a Medellín –los narcos– son el ministro que se le plantó de frente al llamado “Patrón del mal”, o el policía que no se amilanó aún a costa de pagar con su vida, o los artistas callejeros que no se dejaron encerrar cuando los sicarios acechaban en cualquier esquina.
Así se refiere al exministro de Justicia Rodrigo Lara, asesinado por hombres de Escobar el 30 de abril de 1984, cuando iba para su casa, en Bogotá; al coronel Valdemar Franklin Quintero, el comandante de la Policía Antioquia que fue acribillado en el 18 de agosto de 1989 en Medellín.
La otra arista, con un tinte más académico, es la contextualización que hace Luis Alirio –con su tono de profesor, o mejor de seminarista, o mejor de predicador–, porque, según explica, la historia no se puede centrar solo en Escobar, ya que él no surgió “así como así”, sino que es producto de una sociedad que era un perfecto caldo de cultivo para lo que él personificó. Todo lo anterior se cuenta en un periplo citadino denominado “Del dolor y el miedo”. Y se complementa con otro llamado “De la esperanza”, en el que ve cómo los mismos barrios que parieron a los sicarios reclutados por la mafia fueron los mismos de donde surgieron esos artistas valerosos, como quien dice el veneno y la contra en un mismo lugar, o en otras palabras, cómo fue que Medellín pasó en pocos años de ser considerada la ciudad más violenta del mundo a que la reconocieran como la más innovadora a nivel global.
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Igualmente, habla de la Consejería Presidencial para Medellín y Antioquia, cuya cabeza visible fue María Emma Mejía; de investigadores como María Teresa Uribe, que buscaron explicar los fenómenos sociales acaecidos en estas décadas, los alcaldes que concibieron proyectos de transformación urbana y de empresarios como Nicanor Restrepo, que también se le midieron a buscar soluciones desde su orilla para evitar el cataclismo. “Eso no se cuenta en las series y en las telenovelas de narcos”, apunta Calle.
Ahí van también organizaciones como la corporación Nuestra Gente, que sigue contrarrestando a punta de arte el reclutamiento de niños y jóvenes por parte de las bandas delincuenciales. “Medellín salió de ese hueco en relativamente poco tiempo, y ojalá que no nos vuelva a pasar”, añade.
Esa “carreta” se echa a medida que se recorren los sitios que reflejan el cambio, como la zona nororiental con el primer metrocable que se construyó y una de las UVA (Unidad de Vida Articulada) mejor conservadas, o la comuna 13 y el PUI (Proyecto Urbano Integral) que concibió obras trascendentales como las escaleras eléctricas y el viaducto donde se exhibe el Grafitour.
Ambos itinerarios se ofrecen para grupos pequeños, de mínimo ocho y máximo quince personas. El anfitrión que guía a los visitantes por un sendero desconocido para ellos es Luis Alirio, con todo el bagaje que le da un ejercicio periodístico de más de cuatro décadas, a través del cual fue testigo de excepción de lo que ahora narra.
Calle trabajó en el periódico El Mundo, luego incursionó en la radio y dirigió el primer noticiero regional, El Informativo de Antioquia. Además, el prestigio ganado lo llevó a que Escobar lo escogiera como el único periodista al que le permitió acompañarlo al momento de su sometimiento a la justicia y reclusión en Cárcel La Catedral, el 19 de junio de 1991.
La construcción de los guiones para los dos itinerarios viene desde el año pasado, porque así como el hablar pausado es una característica de Luis Alirio, también lo ha sido el no darse prisa en otras cosas con el fin de tener todo preparado y ordenado antes de entrar en escena.
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