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Cómo me gustaría

hace 16 horas
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Por Aldo Civico - @acivico

Desde la ventana de mi hotel en Riad, observo la Torre Al Rajhi. La llaman el edificio retorcido. Se eleva como una espiral de acero en el corazón del distrito financiero. Majestuosa. Moderna. Su arquitectura desafía la gravedad, pero lo que más me impacta no es su forma. Es lo que simboliza. Esta torre no es solo un hito estético. Es un emblema de la Visión 2030: el plan con el que Arabia Saudita busca redibujar su destino. No es poesía: es estrategia y ejecución.

La Visión 2030 nació de una crisis. En 2014, el precio del petróleo se desplomó. Dos años después, ascendía al poder el príncipe heredero Mohammed bin Salman. Lo que hizo fue claro: enfrentar el precipicio con una visión ambiciosa. Arabia Saudita no podía seguir siendo rehén de su oro negro. Tenía que reinventarse. Apostó por la diversificación económica, por el empoderamiento de la mujer, por ciudades inteligentes, por la innovación. Se trazó un rumbo. Y lo más importante: se decidió caminarlo. Es cierto, es un camino que solo está a su comienzo. Pero se están dando los primeros pasos y se notan. En cada conversación. En cada mirada.

Y pienso en Colombia. Estamos a dos pasos de las elecciones presidenciales de 2026. Pero no veo visión. No veo la plataforma. Veo estrategias electorales, sí. Campañas más o menos bien armadas, también. Pero no veo un proyecto de país que nos saque del pantano. Nadie parece estar haciéndose la única pregunta que importa: ¿qué futuro queremos construir juntos? Aún más grave, nadie parece tener una respuesta clara y atractiva.

Cómo me gustaría que alguno de los candidatos —al menos los que tienen posibilidad real de llegar al poder— tuviera la osadía de convocar una conversación pública y transversal. Una conversación que no sea un simulacro, sino un acto profundo de escucha. Que no salga solo de algunos centros urbanos influyentes, sino de cada rincón del país. Una conversación que no se limite a gestionar los síntomas, sino que se atreva a mirar las causas estructurales de la desigualdad, de la violencia, de la corrupción.

En alguna entrevista, escuché a la senadora Paola Holguín —una de las pocas figuras que combina estudio juicioso, experiencia y apertura— decir que Colombia no necesita una candidatura más, sino una plataforma programática. Estoy de acuerdo. Una candidatura puede ser el proyecto de un ego. Una plataforma es la expresión de una voluntad colectiva. Lo que Colombia necesita no es otro líder que prometa, sino alguien que convoque. Alguien que nos devuelva el músculo de imaginar. Porque sin visión, todo se vuelve reacción. Y un país que solo reacciona está condenado a estancarse o a colapsar.

La Torre Al Rajhi nació del temblor. De un sacudón económico y político. Y fue posible porque hubo liderazgo. Colombia ya tiene la crisis. Pero le falta la visión. Le falta el coraje. ¿Y si el 2026 no fuera solo una elección más, sino el momento en que Colombia decide mirarse con honestidad, atreverse a soñar, y comenzar —por fin— a construir el país que todos los colombianos llevan adentro? Cómo me gustaría

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