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“La Turbina” Tréllez dice que Nacional no es un club de barriada y que él sí llevaría a Dayro a la Selección

Tréllez habló con EL COLOMBIANO sobre la importancia de cuidarse y valorar el fútbol. También se refirió a Nacional y la Selección Colombia. Dice que la dupla en la delantera de la Tricolor debe ser Durán-Hinestroza.

  • John Jairo Tréllez vive tranquilo y feliz en Turbo, donde tiene sus negocios. También sigue jugando fútbol de manera recreativa. FOTO JUAN PABLO ESTRADA
    John Jairo Tréllez vive tranquilo y feliz en Turbo, donde tiene sus negocios. También sigue jugando fútbol de manera recreativa. FOTO JUAN PABLO ESTRADA
01 de junio de 2025
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En el fútbol de Colombia es fácil descifrar a quien apodan “La Turbina”, “La Pantera” o, simplemente, “La Leyenda”.

Así es recordado John Jairo Tréllez, una de las figuras de Atlético Nacional y quien fue determinante para la obtención del título de la Copa Libertadores de 1989 (aportó 7 goles).

Lea: Hoy hace 36 años, Atlético Nacional conquistó la Copa Libertadores

Pareciera que los años no le pasaran a Tréllez. Aunque hay que decir que su pinta jamaiquina también le ayuda a conservar un estilo juvenil.

A sus 57 años de edad, el hombre de rastas, acompañadas con un gorro al estilo Bob Marley, de arete en su oreja izquierda, con manillas en sus manos, amante del reggae y quien se mantiene de chanclas tres puntadas, es un ídolo en la región del Urabá, especialmente en Turbo, pueblo al que ama como lo hizo con el fútbol, en el cual fue un grande. Sus gestas no se olvidan y su nombre cobra mayor repercusión entre quienes lo vieron crecer porque jamás se olvidó de sus orígenes.

Con la amabilidad de siempre, el futbolista que nunca fue a un mundial de mayores, pero sí a uno juvenil (1985 en la antigua Unión Soviética), el hombre que le anotó un gol a Millonarios en los cuartos de final del certamen continental del 89 y quien jugó en varias ligas del mundo, habló con EL COLOMBIANO sobre su vida antes y después del retiro profesional, de su querido Atlético Nacional, de Dayro Moreno, Falcao García, James Rodríguez, Edwin Cardona y la Selección Colombia, entre otros temas.

¿Por qué prefirió quedarse en Turbo teniendo la posibilidad de vivir en otro lugar tras el éxito que tuvo en el fútbol?

“Uno siempre cuando sale extraña su casa, la comida, las costumbres. Y regresé, porque desde cualquier parte del mundo siempre me hizo falta mi tierrita. Salir de acá y acostumbrarse a esos monstruos de ciudades no fue fácil. Hasta mis hijos, una de ellas que nació en Suiza, le decía a su hermano Santiago (también futbolista) que más adelante me llevarían para donde ellos están, pero les decía que yo quería estar acá. Vivo tranquilo, alrededor de gente amable. Como pasa en otras partes, se pueden presentar altercados y problemas, pero las personas de aquí siempre andan con una sonrisa”.

Como referente histórico de Nacional, ¿cómo evalúa el actual momento del equipo bajo la dirección de Javier Gandolfi?

“Es bueno. Está haciendo lo que tiene que hacer más allá de no gustar muchas veces. La gente está conforme y la idea es volver a levantar la Copa. El Verde es un equipo grande y quien llegue allí debe pensarlo de la misma manera. Esto no es un club de barriada, es internacional y como tal debe ratificarlo”.

¿Qué destaca de este Nacional y qué le falta?

“Siento que va por buen camino. Es un equipo rápido, que poco a poco debe ir ajustando sus líneas. Va por buen proceso”.

Si pudiera hablar con los jugadores de la plantilla actual de Nacional, ¿qué les diría?

“Que cuando hay que matar (hacer goles) hay que hacerlo. Si pueden hacer diez tantos, pues hay que convertirlos. Muchas veces van sobrados en el marcador y se relajan”.

¿Qué prefiere usted, la prudencia del jugador en redes y ante los medios o que desborden su ego ante la opinión pública?

“Es mejor manejar la prudencia. Que la gente diga que eres bueno, no que tú lo digas. Yo peleaba en la cancha, pero no con el público. Los goles se los cantaba a mi público, no al contrario. Uno no puede jugar con las otras hinchadas. Nosotros no podemos ser quienes incitemos a la violencia en los estadios”.

¿Qué piensa cuando dicen que usted fue el mundialista que nunca fue a un Mundial de mayores?

“(Sonríe) Después de tanto tiempo de estar retirado uno comprende más que en el fútbol se manejan otros intereses y que hay otras cosas por debajo de la mesa. Todo lo que hice fue de corazón. Se llegó hasta el final de esa fiesta que fue lograr la clasificación a la Copa Mundo de EE.UU-94”.

¿Por qué la nostalgia?

“Es que estuve en todas las categorías de la Selección. Creo que en su momento fui quien más veces vistió la camiseta de la Tricolor. Tenía 17 años cuando me llevaron a una Selección de mayores para competir en una Copa América (estuvo en Argentina-1987 y Brasil-89)”.

¿Qué pasó entonces?

“Cuando viene el Mundial de Italia-90 habíamos sido campeones de Libertadores. Me fui luego a jugar Suiza. Se pide un permiso porque me necesitaba la Selección pero tenía una final allá. Quedamos que la jugaba y me concentraba en Milán con el equipo, con el que se pretendía jugar un partido amistoso contra Egipto. Quedamos campeones, estaba feliz, ni celebré porque en la mañana arrancaba de Zúrich a Milán. Pero luego el técnico del equipo suizo, que era un alemán, me dice que fuera a su oficina. Me insistía que llamara a mi casa. Ahí el corazón empezó a palpitar más de la cuenta. Me comentó que para él yo era un jugador de talla mundial. Entonces llamo a Colombia y un hermano me informa que me habían sacado de la Selección. Ahí empezó la pensadera, pues uno respira fútbol. Me fui para Aruba porque no quería saber de nada. Pero allí me tocó presenciar por tv el partido Colombia-Camerún. Fue un día triste. Regresé a Nacional y en el 92 me convierto en el mejor jugador de Colombia, y quedando botín de oro”.

¿Qué sucedió luego?

“Ya ahora viene el interrogante si soy el que quiere volver a la Selección. No se me olvida que jugamos un partido América-Nacional. Hice tres goles y casi marco el cuarto al patear de la mitad de la cancha pero el balón pegó en el palo. Me entrevistaron y dije que si volvía a la Selección era para ser titular o si no para qué me iban a llamar”.

Se tenía confianza...

“Ustedes saben cómo es Bolillo (Hernán Darío Gómez, era asistente el técnico de la Selección), a quien quiero mucho. Me dijo que para qué decía eso. Pero le respondí que a veces, en la vida, uno tiene que hablar. Entonces empieza la presentación de la Selección con vistas a Estados Unidos-94. Yo era el botín de oro de Colombia y no olvido que el doctor Gabriel Ochoa Uribe, que en paz descanse, decía: ‘Es Tréllez y diez más, y eso salió en la revista Semana”.

O sea que se dio la oportunidad de volver a la Selección...

“Sí. Vamos a Bogotá, hacemos la presentación, todo muy lindo, todo muy bacano, arranca el nuevo proceso. Hicimos una gira, estuvimos en Europa, Asia, Estados Unidos y México antes del primer partido de Eliminatorias. En Barranquilla, primer partido contra Paraguay (0-0). Pacho Maturana (DT) dice que iniciábamos Faustino y yo. Había controversia en Barranquilla por esa dupla, tanto que a Bolillo le tocó convocar a la hinchada de Nacional y de Medellín para que nos apoyaran porque decían que era la rosca paisa. Y allá estuvieron apoyándonos”.

En decir, había división...

“Empezó todo muy turbio, me estaba yendo bien y en el primer tiempo el cambio soy yo y poco a poco a mí se me empieza como a agotar la paciencia. Entonces por esa época había la posibilidad que lo podían prestar a uno e ir a jugar al club. Cómo no me están poniendo a jugar, iba y jugaba en semana con Nacional”.

No estaba conforme entonces...

“Empezó a pasar de todo. De repente, ya clasificados al Mundial, hay un partido amistoso en Miami contra Suecia. En el hotel recibí una llamada de Diario Mitre de Argentina que me preguntaban sobre una posible vinculación a Boca Juniors. Pero yo no sabía nada de eso. Para mí, mi mundo era solo Atlético Nacional. Era tanto lo inconforme con lo que estaba pasando que se dio la negociación con Boca y porque dentro de todo me dijeron que me iba a quedar seis meses allí y que luego pasaría al Real Madrid. Eso me sonó muy chévere y dije, ‘va pa’ esa’”.

Una oferta tentadora y quizá una mejor vitrina para usted.

“Total. Ya con Boca fuimos a jugar una Copa contra el Real Madrid en el Bernabéu y allí hablé en el palco hasta con Jorge Valdano, que era el técnico del Madrid. Me hablaba que me fuera para el Real. Yo ese día no jugué porque estaba aporreado. Pero de regreso a Buenos Aires, César Luis Menotti (entrenador de Boca) me da la prensa y me expresa: ‘mira lo que decidió Pacho. Cuando te traigo me dice que te llevas lo mejor, y ahora no entiendo, te saca de la lista que va al Mundial’. Era ya la segunda vez, ya me daba igual”.

Claro, otro fuerte golpe...

“Es que visioné estar en el Mundial. Entonces me desilusioné. Estando en Boca, y con lo que le pasó a Andrés Escobar (lo asesinaron tras regresar del Mundial del 94) fui perdiendo la motivación y ya me iba a jugar a cualquier lado. Estuve en Arabia, Estados Unidos, en China. Ya después no me interesaba la Selección”.

Pero le fue bien como futbolista, consiguió para vivir después del retiro...

“Sí, nunca me ha faltado nada. Uno trata de estar ocupado haciendo varias cosas. Ahora estoy con un nuevo proyecto, que tiene que ver con cabañas, sobre todo con la expectativa que hay con la construcción del puerto de Turbo”.

¿Qué opina del desarrollo que puede tener este municipio con dicho puerto?

“En mi caso me preocupo porque veo que al nativo no se le está dando la herramienta para lo majestuoso que se viene, algo grande y que no estamos acostumbrados. Ojalá no veamos pasar eso como ha sucedido en otras partes del país. Que el nativo no se quede relegado”.

Tras el conocimiento que adquirió, ¿por qué no le gusta estar en programas de televisión o en redes sociales comentando sobre fútbol como lo hacen otros exfutbolistas?

“Más de una vez me invitaron, pero no acepté porque no me gusta ganarme la plata hablando mal de un colega. Los partidos de nosotros no siempre fueron de 20 puntos. Entonces cuando un exfutbolista se ensaña con otro, no lo comparto. Esa plata no me la gano”.

Con lo que viene haciendo Dayro Moreno en Liga y Sudamericana, ¿lo llevaría a la Selección?

“Sí, pero no lo metería todo un partido. Lo haría para hacerle un homenaje, se lo merece, es un goleador. Mis respetos para él”.

¿Se vería de vuelta en el fútbol, quizá como técnico?

“Tal vez compartiendo mis conocimientos pero no en el rol de técnico. Los jugadores son muy difíciles y lidiar con 30 genios es tenaz. Los únicos que lo hicieron con toda esa camada de locos en la que también me incluyo fueron Pacho y Bolillo (risas)”.

¿Para usted que es el fútbol?

“Todo, lo llevó en el corazón. Fue el deporte que me formó y el que me ayudó a formar mi hogar. Nacional me enseñó lo que es una familia. Vivo agradecido con el fútbol, por eso les digo a los pelados que lo valoren y se sacrifiquen, porque esto es una carrera bonita, pero corta, que son ejemplo a seguir, que no hagan desmadres en las calles”.

¿Prefiere al Dayro que le fascina el traguito o al Falcao García que le gusta ir a la iglesia?

“A Falcao le doy todo mi respeto, es un caballero; Dayro también. En cuanto a este último, ese es su mundo y uno no es nadie para juzgarlo. Si haciendo eso lo hace bien en la cancha hay que dejarlo. Eso sí, aquí el problema es cómo va a hacer su vida después, porque la vida no se queda con nada, luego te cobra físicamente. Llegué a conocer a muchos jugadores que ahora ni siquiera pueden caminar”.

¿Para usted quién debería ser el 10 de la Selección?

“James es un monstruo, pero Edwin Cardona y Juan Fernando Quintero son los magos del momento. Volvería a llamar a Edwin, quien es más jodido que los dos anteriores. James tiene un guante, la tiene clara con el balón y pone a hacer goles. No se necesita que corra tanto, solo que esté fresco, es demasiado eficaz”.

¿Qué opina de que Barranquilla sea la sede de la Selección?

“Para mí nunca fue la casa. Ese calor tan hijueputa se siente. Para mí tienen que buscar que la sede sea Bogotá, Medellín o Cali”.

¿Qué anécdota recuerda jugando allí en el Metropolitano?

“En Eliminatorias, por ejemplo contra Paraguay, diez jugadores de ellos defendiendo y en el arco tapando Chilavert. Si el Pibe Valderrama era lento, ese día se veía tres veces más. Yo me bajaba las medias, la pantaloneta, me sacaba la camiseta, pasaba por la orilla y me echaba agua... Y Paraguay metido atrás. Me hicieron penalti, yo era el encargado de cobrarlo pero lo cobró Fausto y se lo comió. Llegó Pacho Maturana y me puteó a mí. Y ese calor tan tremendo, quedamos cero a cero. Recuerdo que cuando íbamos a Barranquilla o a Santa Marta con Nacional, el difunto Andrés se enfermaba. Ese calor allá se siente”.

¿Qué dupla debe conformar la delantera de la Selección Colombia actual?

“Jhon Durán y Marino Hinestroza. Ambos son unos monstruos. Ya es hora de que le den partidos a Marino, no sé qué están esperando”.

Hablando del tema de Barranquilla, ¿llevaría a más jugadores de la liga local a la Selección?

“Es que siempre nos clasificamos a la Selección con todos los que jugábamos acá en el país. Por ejemplo, Didier Moreno, que juega en el Junior, en ese calor de Barranquilla, sería una opción. Juega allá, está en su hábitat. Después de clasificar ya se mira el paso a seguir, primero hay que lograr el tiquete”.

A sus 56 años usted aparenta 30, se ve entero.

“Me siento bien gracias a Dios. Estoy feliz con lo que hice y como me he cuidado porque me puedo mover de un lado para el otro, y ahora más que estoy en el mundo de los negocios con todo ese tema del turismo. Además la gente me quiere, entonces le doy gracias a Dios porque encontré una buena mujer, tengo mis hijos y todos ellos son mi motor”.

Se le ve hasta jugando fútbol recreativo...

“Claro que sí, eso es hasta la muerte. Me invitan a jugar y voy con el mayor de los gustos”.

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